Sigamos estudiando la defensa pasiva en las fortificaciones. En esta entrada veremos lo que quizás era el elemento más importante para la defensa vertical de murallas y puertas: El matacán.

El matacán o ladronera era un balcón en cuyo suelo se practicaban unas aberturas a fin de poder lanzar sobre los agresores todo lo disponible para repeler el ataque: Virotes de ballesta, flechas, brea, vinagre hirviendo, piedras… Por lo general, los encontraremos defendiendo las puertas, zona ésta por razones obvias más expuestas a ataques enemigos. Y no sólo en las de acceso al castillo, sino también en las de los machos, por lo géneral último reducto defensivo en caso de que los asaltantes se hiciesen con el control del recinto.

En la imagen superior vemos un matacán defendiendo la entrada de una fortaleza. Como se puede ver, son unas ménsulas de piedra sobre las que se levanta un parapeto dotado de aspilleras desde las que se pueden disparar virotes o flechas. También se solían construir balcones voladizos sobre las murallas, en éste caso de madera, llamados cadalsos. Por razones obvias, ninguno de ellos ha llegado a nuestros días, por lo que nos tendremos que conformar con una descripción de los mismos. Básicamente eran unas plataformas sustentadas por un vigamen de madera en las que, al igual que en los matacanes, se abrían unas aberturas para hostigar desde arriba a los asaltantes. El parapeto, también de madera, contaba igualmente con aspilleras para el tiro. En muchos casos se les dotaba de una techumbre que protegía a los defensores, aparte de las inclemencias del tiempo, de proyectiles con trayectoria parabólica.


En ésta otra imagen vemos un matacán defendiendo el acceso de un macho, ya en el interior de un castillo. Sólo quedan las ménsulas del mismo, habiendo desaparecido el parapeto.

En la imagen superior tenemos otro tipo distinto, éste sin ménsulas ni parapeto: Es un matacán corrido. La abertura que se observa tras el arco de ladrillo superior tiene el mismo fin que los anteriormente vistos, hostigar al enemigo desde una posición vertical. En éste caso, carece de aspilleras para el tiro directo, si bien esa misión se cumplía desde los cubos que flanquean la puerta.
Finalmente, un par de imágenes de distintos tipos de matacanes. En primer lugar tenemos el más habitual en los castillos españoles. Como se ve, las aberturas del mismo son la separación entre las ménsulas, lo que aumenta el ángulo de tiro y la visibilidad, si bien hace más vulnerables a los defensores ante el improbable caso de que algún atacante tuviese tiempo de dispararles una flecha o un virote. El segundo es típico de las fortificaciones portuguesas. Los matacanes del país vecino muestran, por contra, un suelo de piedra en el que se han practicado unos orificios circulares. Esto nos da el efecto inverso que en los españoles: Menos ángulo de tiro pero más protección a sus defensores.

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