En el croquis superior tenemos uno de ellos. En éste caso, el cubo tiene su entrada desde el adarve, pero sin cortar el paso del mismo. Dispone de su puerta, que da acceso a una cámara dotada de aspilleras orientadas tanto hacia a los lados, para el tiro de flanqueo, como hacia el frente. Además, cuenta con una azotea almenada a la que se accedía por una escalera, bien labrada en el muro, bien de madera o incluso una simple escala de mano.
Aquí tenemos el otro tipo. En el croquis superior vemos como la torre cierra el paso del adarve. Para poder pasar al otro lado de la muralla hay que franquear dos puertas. Con ello se intentaba dejar aislados a los asaltantes que pudiesen subir a la muralla. O sea, que se quedaban sin poder avanzar ni a un lado ni a otro, con el paso cortado por ambas partes, hostigados desde las azoteas de las torres y sin poder bajar al patio de armas salvo que tuviesen la suerte de tomar el adarve donde se encontraba la escalera del mismo. Por lo demás, su configuración es la misma que la anterior: Una cámara con aspilleras y azotea almenada. En el plano inferior podemos ver el alzado de una torre convencional, en la que se puede ver que es toda maciza, como se ha dicho, hasta la altura del adarve.
Dicho ésto, pasemos a los fosos. Ya se comentó en una entrada anterior que podía haberlos tanto secos como inundables, pero convendría añadir algunos detalles más.
El que mostramos en el croquis es un foso dotado de escarpa y contra-escarpa, o sea, taludes que dificultaban el poder franquearlo. En caso de ser un foso seco, se podían añadir abrojos de hierro en el fondo, estacadas, etc. ¿Y en qué consistía la dificultad de la escarpa? Muy fácil. En caso de que el enemigo decidiese tomar el castillo por asalto mediante escalas, la escarpa obligaba a los atacantes a tener que usar escalas de mucha mayor longitud para llegar al almenado. Si tenemos en cuenta que una muralla normal venía a tener unos 9 metros de altura, e incluso más, si a eso le añadimos la profundidad del foso más el ángulo de la escarpa tenemos que la escala de marras debería tener más de 15 metros de largo. ¿Y dónde encontraban los asaltantes árboles con ramas semejantes? Resultado: Se quedaban sin escalas y tenían que recurrir a otros medios. Pero ya abundaremos en esos detalles en las entradas correspondientes.
Terminaremos esta entrada con una imagen del foso del castillo de Mairena del Alcor, en Sevilla. Como se ve, en éste caso sólo dispone de escarpa. Pero lo más sorprendente no es su profundidad ni su anchura, que hay castillos con fosos de más de 30 metros de ancho en España, sino que ESTÁ EXCAVADO ENTERAMENTE EN LA ROCA VIVA. Un trabajo abrumador, ¿no?
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Pufff…. y tan abrumador…., según te voy leyendo Amo del Castillo, me imagino el trabajo tan duro que tenían que hacer, y qué mentalidades tan exquisitas deberían tener quienes diseñasen estas verdaderas obras de arte.
Hay muchos ejemplos de esas obras que requerían un esfuerzo notable, y no hace falta ir fuera de España para verlas ni mucho menos. En mis jornadas dedicadas a visitar castillos he visto montones de ellas. Por citar un par de ejemplos, mencionaré el aljibe del castillo de Espera, en Cádiz. Es enorme. Muy profundo y amplio, y también está enteramente excavado en la roca. Sacar decenas de metros cúbicos de roca a golpe de martillo no deja de ser una obra titánica.
Otro lo vi cuando visité el de Cote, en Montellano (Sevilla). Estaban reparando la torre tetrabsidal que le ha dado fama. Cote está en la cima de un risco (de hecho, parece que la etimología de Cote proviene de Accut, monte agudo). Un albañil estaba paleando cal y arena y llenaba dos seras de esparto colocadas sobre un mulo. En otro, dos bidones de agua para fabricar la mezcla. Las piedras que usaron eran las misma que se encontraban en la cima del cerro, provenientes de los paramentos medio derruídos. Le ofrecí un cigarro al tipo aquel y le di un poco de charla. Me contó que en lo que iba de día había subido y bajado cinco veces para acarrear materiales. Puedo asegurar que subir una vez ya lo deja a uno para el arrastre. Traspongamos esa situación al siglo XIV, con reatas de acémilas para el mismo fin, y canteros cortando la piedra en la cima del risco.
Y si quieres contemplar un verdadero trabajo de chinos, hay que visitar el castillo de Coca, en Segovia. Está enteramente fabricado con ladrillos. Millones de ladrillos de adobe. Vamos, que paciencia tenían para rato.
Ya imagino ya, que para el arrastre sería poco para ese albañil…, y como bien dices esa misma situación en el siglo XIV resultaría dificilísima, y paciencia ni me lo puedo imaginar. Por ese motivo y la majestuosidad de sus construcciones no deja de admirarme el mundo en el cual nos has introducido.
Pues será cuestión de visitar Coca, en Segovia y verlo in situ.
Gracias por tu contestación.
En realidad, creo que sería cuestión de paciencia para nosotros, habituados a un ritmo vital muchísimo más acelerado. Para nuestros ancestros, el concepto del tiempo era a todas luces distinto…