Hermanos y Hermanas nuestros:

Nuestro Señor Jesús el Cristo llama a nuestra puerta para enseñarnos el camino de vuelta a la casa de Dios, nuestro Padre.

Este retorno, comienza en el cuerpo con los cinco sentidos. Despertar es usarlos y no confundirlos contigo. Hasta ahora, seguramente has pensado que tus cinco sentidos te informan sobre el mundo exterior, pero en realidad esto no es del todo así. Esos son ilusorios conceptos que no pueden penetrar mas allá de las formas y lo real es que NO ERES FORMA y que siendo LA VIDA, eres todo cuanto ES.

Cuando adviertas que no eres solo un cuerpo, sino que aquello que vive en tu cuerpo, que lo anima, es tu Dios-Yo invisible a los ojos físicos.

Con tus cinco sentidos, atributos del Yo-forma, no te es dado penetrar mas allá de la superficie de las formas y cuando seas consciente de que Dios-Yo es quien usa tus cinco sentidos, te será dado penetrar en el significado, en la Esencia, el Espíritu de todas las cosas que también es Dios-Yo.

El pensamiento y el sentimiento, conectan tu Yo personal con tu Yo individual y pueden ser la Luz que refleje la Verdad en ti mismo, en las tinieblas de tu personalidad, y a la vez se irradien a los demás; y porque son los sentidos de la verdadera vigilia, al unirse con lo que llamamos Espíritu Santo, establecen el contácto vigílico con Dios-Yo en ti y Dios-Yo fuera de ti. El Dios Padre con quien tu puedes comulgar, ayudado por Cristo, el Señor.

Si en tu corazón no arde una inquietud que te abrase hasta la consumación de tu cuerpo, no podrás invocar a Dios ni al Espíritu Santo, y si no sabes pedir, quizás por eso tu hora aún no ha llegado, pero debes empezar a luchar para conseguirlo.

“Velad y orad”, fue una de las advertencias que Cristo nos dejó. Velar, es hacerlo todo despierto; orar, es sentir un ardiente deseo de SER. Mas quien ore y quien vele, aunque lo haga de un modo imperfecto, recibirá generosa ayuda y habrá de aprender a compartirla también generosamente. La ayuda está aquí y ahora, y es nuestro deseo colaborar en todo lo que esté en nuestra mano, con el corazón feliz y la mano tendida, a que ese despertar, ese comenzar a caminar, sea una realidad que consigamos entre todos.

Tened presente vuestro linaje espiritual y que la falta de misericordia y la injusticia, es una ofensa al Espíritu Santo.

Que el Amor, la Paz y la Justicia, llenen vuestras vidas.

Autor: María de Aquitania
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