Autor: Hno. C.R.L.+

He querido que mis primeras palabras como Hermano en la Orden vayan dirigidas a la situación de nuestro Mundo, en especial la situación de los más desfavorecidos. Nuestros antecesores jugaron un papel muy importante en el tiempo que les tocó vivir, y protagonizaron muchísimas iniciativas claves en el mejoramiento material y espiritual de sus conciudadanos, todos los estudiosos coinciden en afirmar que los Templarios se adelantaron varios siglos a su tiempo, cabe preguntarse si no debemos nosotros hacer lo mismo.

Entiendo que es posible una mirada global a la situación del planeta desde los principios de fraternidad y Justicia Templarios. EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI, se calcula que 1.500 Millones de personas, hombres y mujeres viven por debajo de los umbrales de pobreza, sin posibilidad alguna de alimentarse tres veces al día. Según datos de la FAO, se calcula que 800 millones de personas carecen de acceso a un bien básico como es el agua. La esclavitud, proscrita en los Ordenamientos jurídicos renace con inusual fuerza bajo otras formas, según el Observatorio de Derechos Humanos, la nueva esclavitud se está cebando trágicamente con la infancia, y aproximadamente 400 millones de niños esclavizados fabrican los juguetes y ropa deportiva de nuestro Mundo.

Partiendo de estos problemas, que por su relevancia y extensión son comunes a todos los mujeres y hombres del Planeta, se hace necesario un análisis crítico y a la vez constructivo , sobre cómo se vertebra la Sociedad Internacional para darles solución

En una primera aproximación, la Organización de las Naciones Unidas, (ONU), sustituta de la Sociedad de Naciones en 1945 y principal Institución internacional recoge en su Carta Fundacional, inspirada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, lo que podría ser el ideal de una sociedad Mundial ajustada a los Principios de Justicia y Fraternidad. Sesenta años de funcionamiento y la situación mundial descrita al principio arrojan inopinadamente líneas de investigación de gran calado:

En primer lugar, la rígida organización interestatal ha supuesto en la práctica un excesivo peso de los intereses privados de los estados (ya sean estos políticos, económicos, diplomáticos o de otro tipo), por encima de los bienes comunes a todos los hombres y mujeres del planeta, esto es, los Derechos Humanos y el Medio Ambiente, lo que ha provocado que propuestas de Resoluciones que buscaban la protección medioambiental o la salvaguarda de derechos, hayan quedado en papel mojado por las alianzas económicas previas entre los Estados.

En segundo lugar, la abrumadora diferencia en desarrollo económico y militar entre unos Estados y otros, así como la dependencia financiera de los más desfavorecidos, originan alineamientos “poco razonables” en cuestiones claves para los Derechos Humanos, por ejemplo, el mismísimo Estado de Brasil votó en contra de una Resolución para declarar al Amazonas Espacio Mundial Protegido.

En tercer lugar, la propia distribución de funciones interna de la ONU, dificulta en sí misma la consecución de los fines propuestos a priori. Mientras las Comisiones de Trabajo, dónde no tiene tanto peso la nacionalidad de cada cuál, se aprueban Propuestas de Resoluciones muy avanzadas y con una clara tendencia de Fraternidad. Estas Propuestas quedan muy a menudo en papel mojado bien en la Asamblea General de las Naciones Unidas, o, sobre todo, en el Consejo de Seguridad. Ejemplo de ello, son las Resoluciones para elaborar una Carta de Derechos y Obligaciones a los estados en Materia de derechos humanos, de 1974, vetada por EE.UU., o la elaboración de un Código de conducta para las corporaciones Internacionales en Materia Medioambiental, frenada en la Asamblea General.

En cuarto y último lugar, numerosos estudiosos analizan el hecho de que, aún prosperando Resoluciones positivas para la Paz, La Igualdad y los derechos humanos, estás no tienen un verdadero valor vinculante para los Estados, al no contemplarse consecuencia alguna para los Estados incumplidores, cuándo éstos son potencias, siendo la sanción diplomática meramente testimonial.
(continuará)

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