Hasta aquí, hemos visto el edificio sagrado en su estado acabado, estático, pero puede verse también de una forma dinámica y no considerar al Templo terminado, sino como se construye. La gran iglesia triunfante, es una gran torre en construcción donde se emplean piedras cuadradas y pulimentadas, y las distintas órdenes de santos están representadas por los distintos tipos de piedras. El proceso de construcción es el que parte de la primera piedra hasta la de remate. Cristo se ha proclamado a Sí mismo piedra angular, y Simón, que había de proclamar al Maestro como cabeza de la Iglesia física, su base, recibirá el nombre de Pedro como signo de su función. Pedro muestra a los creyentes que deben de construir con sus propias individualidades y con Cristo, el Templo espiritual que no es otro que el Cuerpo Místico.
Allegaos a Él, la piedra viva rechazada por los hombres pero escogida y preciosa ante Dios, y como piedras vivas, edificadas como Templo espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptos a Dios por Jesucristo, pues en la Escritura se lee: “He aquí que Yo pongo en Sión una piedra angular escogida y quien pusiere en ella su confianza, no será confundido”. Para los creyentes es honor, pero para los incrédulos esa piedra desechada por los constructores ha venido a ser piedra angular, de tropiezo y escándalo.
La iglesia material está construida por el ensamblaje de piedras y la espiritual está formada por un gran número de hombres. Las piedras de los muros, pulimentadas y cuadradas, representan los santos, los hombres puros que han sido dispuestos para permanecer siempre en la iglesia. En una Biblia del siglo XIV, Dios es representado con un compás en la mano trazando un círculo sobre el caos, representado por la imagen de las fauces de un dragón. Sobre un pilar de Notre Dame de París, hay colocada una placa que procede de los compañones constructores donde puede leerse: “A la gloria del Gran Arquitecto del Universo” grabada encima de un pentáculo, una regla, un compás y una escuadra.
El número 12, es característico de la ciudad celeste: Hay 12 puertas, 12 cimientos, los elegidos están en las 12 tribus y son 12.000 por cada tribu. Las 12 cruces pintadas en los muros, corresponden a los 12 cimientos que son los 12 Apóstoles, como ocurre por ejemplo, en la Saint Chapelle de París. En las 12 puertas están inscritos los nombres de las 12 tribus de Israel y también hay 12 signos del Zodiaco repartidos de tres en tres en cada lado, según los puntos cardinales, y todo ello agrupado alrededor de Cristo.
Saint Chapelle (París). Fachada.
Capilla Inferior
Capilla Superior
Detalle
Dice el Apocalipsis, que el muro de la ciudad es de Jaspe, la ciudad es de oro puro y las bases de la muralla están adornadas con piedras preciosas (zafiros, esmeraldas, amatistas, topacios, etc.). También con tres a cada lado y así era también el pectoral que el Sumo Sacerdote llevaba sobre el pecho, todas en relación con los Patriarcas y los signos del Zodiaco. Estas piedras preciosas también tienen otro significado, ya que es la obra maestra del Reino Mineral, es la materia transfigurada. Así el hombre, piedra bruta, debe con la ayuda de Dios labrarse una piedra cúbica para adaptarse al edificio en construcción, convirtiéndose en piedra luminosa.
El Cuerpo Místico, es la congregación de los creyentes, la iglesia toda y el Templo por excelencia. “Sois Templos de Dios vivos, hechos para que Él habite en ellos espiritualmente”. Cristo ha construido para Dios mismo y para nosotros, un Arca y un Tabernáculo eternos, que no son otros que Él mismo y la santa Iglesia. Cuando un hombre quiere obedecer a Dios enteramente de corazón, es liberado y descargado de todo pecado por la sangre de Nuestro Señor. Se vincula y une a Dios y Dios con él y él mismo se convierte en Arca y Tabernáculo en que Dios quiere habitar en realidad.
El atrio es una vida conforme a la ley moral del hombre exterior. El altar de los holocaustos representa la unidad del corazón y el recogimiento de las potencias sensibles por el alejamiento de las preocupaciones terrenas. En el Santo, la vida virtuosa es el reposo al lado de Dios. Por último, el Santo de los Santos, le corresponde al centro del Ser, donde uno encuentra a Dios, que es en mí más que yo mismo. Así, todo hombre es un Templo de Dios, en la medida que realiza en sí mismo la Divina Presencia.
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