Son tres series de apariciones reconocidas como auténticas por las autoridades religiosas, pero, ¿quién les concede crédito hoy día?. Como hijos fieles y predilectos de María, nosotros los Templarios, guardamos todas Sus revelaciones en nuestros corazones, pues siempre lo anunciado por María, nuestra Jefe, se ha cumplido y sabemos que estas trágicas revelaciones están a punto de tener su cumplimiento. No lo dudéis, hermanos y hermanas nuestros y prepárense para ser capaces de superarlas, pues éstos acontecimientos anunciados por Ella, pueden ocurrir ahora, en cualquier momento sin más preavisos, ya que hace 180 años que María está avisando a los hombres y éstos no le hacen caso.
Nosotros, queridos hermanos, no nos dejaremos sorprender porque somos de los que intentan guardar la Palabra y aplicamos en todas las circunstancias el siguiente Arcano del Señor: “Vigilas y orad en todo tiempo, para que tengáis la fuerza de escapar a todas estas cosas que ocurrirán, y manteneos de pie ante el Hijo del Hombre”. (Lucas XXI, 36).
Vigilad y orad en todo tiempo por nuestra parte, supone la adquisición y el mantenimiento de una vida espiritual auténtica. Para ser discípulo del Cristo no basta creer en Él, hace falta seguirle en todo Su camino de ascensión hacia el Padre, recibir y guardar Su Palabra, o al menos cumplir con sus mandamientos y nacer de Dios, es decir, nacer una segunda vez, y ésta vez en el mundo del Espíritu, pues ésta condición es imprescindible para acceder a Su Reino (Juan III, 3). Para ser soldado del Cristo, hace falta algo más todavía: Dar testimonio de Él, de Su Evangelio; combatir con, para y por la Palabra, que es la espada de doble filo del Caballero y la Amazona Blanca Templarios.
Ser cristiano raso es insuficiente, porque ello supone el pertenecer a una religión cristiana y respetar los mandamientos y creencias específicas de esta religión cristiana (y existen más de 300 religiones cristianas distintas). Pero la religión no es Dios ni el Cristo, sólo es un medio para llegar a Ellos. Una inmensa parte de los cristianos, no son discípulos del Cristo porque no le siguen, porque no guardan Su Palabra y porque no han nacido de Dios. Y el apóstol Pablo afirma que los que no tienen el Espíritu de Cristo, no le pertenecen.
Interrogaos hermanos. ¿En donde te encuentras tú?. ¿Eres un auténtico Soldado del Cristo?. ¿Un discípulo que sigue Su Sendero o simplemente un cristiano que cree sinceramente en Él, pero demasiado ocupado con las cosas de este mundo, y que espera lograr su salvación confiando en la generosa Misericordia del Cristo, pero sin realizar el más mínimo esfuerzo para merecerla?. Interrógate. Tú has recibido muchísimo: Familia y educación cristiana, numerosos talentos, gracias y favores innumerables. ¿Qué has dado en contrapartida?. ¿No crees que Su Misericordia se dirigirá preferentemente a los desgraciados que no han recibido nada de esto, ni siquiera conocimiento de Su Nombre?.
Su Misericordia se dirigirá con predilección a los que son pobres, a los que tienen hambre, a los que lloran, a los que son perseguidos por causa de Él, a los bienaventurados. Pero las Bienaventuranzas se complementan con malas predicciones para los ricos, a los hartos, a los que ríen ahora, a los que gozan de honorabilidad mundana (Lucas IV, 24-26). ¿En qué categoría te encuentras tú, hermano, hermana?.
Como verás, no es suficiente el que te atribuyas por ti mismo un título de discípulo o de soldado. ¡Hace falta algo más, mucho más!. Cambia tu vida y vencerás. Si persistes en continuar con lo que llevas en la actualidad, es muy probable que pierdas tu maravilloso destino. Y eso hermano, hermana, está solo en tu mano y en tu decisión. Naciste con libre albedrío y solo tú eres responsable de tus decisiones.
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