Hermanos y hermanas nuestros:

Debéis saber, que cada Pasaje Templario, representa un paso en nuestra marcha hacia la Parusía; es un acto metafísico en la Unidad de la Orden, un acto comunitario por excelencia, que imprime en el cuerpo sutil de cada participante, la marca indeleble del servicio prestado a la Obra Divina. La orientación central de nuestro Pasaje, tiene como finalidad la intensificación (para algunos la puesta en marcha), de un proceso de regeneración, por medio del conocimiento más exacto y profundo, de las Leyes Cósmicas del Padre y de la Ciencia Divina transmitida por el Hijo.

Las Leyes Cósmicas, que expresan la voluntad de Dios en todo el Universo y en todos los planos de existencia, rigen también nuestro pequeño universo, nuestro microcosmos, nuestro ser. Respetarlas y armonizar nuestro comportamiento con ellas, supone bienestar y equilibrio, pero infringirlas o dirigir nuestra vida en oposición con ellas, ineludiblemente nos trae consecuencias negativas y sufrimiento, pues estas Leyes son perfectas y devuelven automáticamente a cada cual el resultado de sus actos. Son la pura expresión de la Justicia Inmanente de Dios, que otorga a cada hombre exactamente lo que se merece. La ignorancia de estas Leyes no libera a nadie de sus justas consecuencias, pero su conocimiento, justa y correcta aplicación, permiten al ser evolucionado tomar en sus manos las riendas de su propio destino. Dios no castiga a nadie, es el hombre quien se castiga a sí mismo, pues su actuación contraria a las Leyes Divinas, provoca efectos negativos en su vida y él es el único responsable de todo lo que le ocurre.

Tu vida actual, hermano, hermana, no es más que la rigurosa consecuencia de toda tu vida pasada y de todas tus anteriores encarnaciones; y lo que haces actualmente, lo que hagas en esta vida, determinará con toda exactitud tu vida futura. Cuando entiendas esto de forma correcta, cuando llegues a ser plenamente consciente de la facultad que Dios te ha otorgado a través del libre albedrío, la facultad de ser o no ser, seguramente cambiarás la orientación de tu vida; entonces actuarás en el sentido de tu mejor y más armoniosa evolución y decidirás tú mismo tu propio destino, y entonces serás verdaderamente hombre o mujer.

Durante el Pasaje, además del trabajo en Capilla (lo primordial), hemos trabajado, estudiado y debatido temas muy importantes, y así lo seguiremos haciendo en cada encuentro de la Comunidad

Temas tan extraordinarios como el mensaje Crístico en su más pura esencia, la Ciencia Divina que el Cristo trajo a la nueva humanidad y que confiere el poder de llegar a la Divinidad, poder maravilloso que tanto la ciencia humana como la ciencia religiosa, lamentablemente ignoran o la ocultan en su mayor parte, pues ese Conocimiento, Dios lo reserva par los auténticos discípulos de Su Hijo, que dice “Nadie puede venir a Mi, si el Padre que me envió no lo trae”. Y ese saber, debería ser transmitido a todos los auténticos buscadores, que sería a su vez un incentivo para los descreídos, al ver la transformación que se iba a ir produciendo en la sociedad.

LA REGENERACIÓN

Es quizás es aspecto más profundo del mensaje del Cristo: Dios se encarnó en el hombre para regenerarlo, transformarlo, llevarlo al plano Divino; ésta es la auténtica “Redención”, la carne es redimida por el Espíritu.

Pues si, hermanos y hermanas nuestros, la densidad de nuestro ser carnal y psíquico, debe ser sutilizada por el fuego de nuestro pensamiento Crístico, por la Palabra ardiente y viva en nosotros. La mutación no se consigue de golpe, sino que es paulatina, exige un trabajo constante todos los días; pero lo más difícil es arrancar de forma resuelta y firme, porque ello es necesario para vencer la pereza de nuestro espíritu, inhibido por el intelecto. Intenta comprenderlo de veras: Tienes el poder de tu propia regeneración en marcha y en seguida recibirás la ayuda y gracia necesarias, pero la decisión solo podrá ser tuya, tanto para arrancar, como para continuar o desistir.

El proceso de evolución espiritual, es un proceso de muerte y resurrección, se trata de morir al mundo, a sus placeres ficticios, para surgir a la vida del espíritu. “A mis ovejas les doy la vida eterna y no perecerán jamás” (Juan 10, 28). Ser ovejas no es pertenecer a una religión cristiana, sino seguir al Cristo y guardar Su Palabra. Las ovejas son los discípulos auténticos, los que escuchan la voz el Buen Pastor; los que reciben y guardan Su Palabra.

La vida eterna, vida del Espíritu empieza aquí, y si no la conquistamos aquí, difícilmente podremos tenerla en el más allá, puesto que la Tierra es una escuela para alcanzar la vida Divina. Vencer la “segunda muerte”, es apartarse de la muerte espiritual, es apartarse definitivamente de la Luz, privado de ella por culpa propia, cuando el hombre desaparece como individuo.

El discípulo no es más que su Maestro, por consiguiente, le es necesario afrontar la muerte y vencerla, como lo hizo el Cristo, pero esta victoria, la puede conseguir en esta vida, liberándose del mundo de las tinieblas y de su propia ignorancia, por medio de la Resurrección Iniciática que marca la culminación de la Iniciación Menor. El que supere las pruebas de los Pequeños Misterios y consiga los logros correspondientes, ya está “redimido”, ya vive de la vida eterna, está liberado de la rueda de las reencarnaciones, la muerte no existe para él, ya que la muerte física, no es más que un cambio de plano.

Deseamos de corazón, hermanos y hermanas nuestros, que todo ello se cumpla en vosotros. Con nuestro afecto y consideración, que la Luz del Cristo les acompañe.

Non Nobis Dómine.

ORDEN DEL TEMPLE

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