Analogías de la Madre Universal
Ella es la Madre, “diosa de la espiga”, símbolo luminoso de la secreta moderación de la consciencia en el alma, como también de la germinación en la tierra fecunda, del grano que dará el Pan de Vida:
“La Bienaventurada Virgen es el Cielo
que enseña el Sol de Justicia
y la tierra que produce la espiga de la vida”. (San Teodoro).
Simboliza también el alma despierta, iluminada, inmaculada, consciente de sí misma. Es la matriz de los seres a escala cósmica.
Es la novia luminosa de los Hijos de la Luz, aunque simbólicamente Ella es a la vez Madre e Hija del Verbo Divino. Es la estrella del alba dorada, el alba que anuncia la victoria del Rey de los reyes. Ella es la elegida del Padre de todas las victorias. Bajo Su protección, libramos batalla, luchando valientemente para acceder a la Puerta del Reino, que también es Ella, pues es el Arca Santa, el Arca de la Alianza y la Puerta del Cielo. (Foederis Arca, Janua Coeli).
Es la Rosa Mística que florece en la cruz de sangre y de luz; es la auténtica y verdadera Rosa Cruz y Su rosario es un luminoso ramo de 153 rosas rodeando la cruz de la Gloria.
Es la Jerusalén celeste, Pura e Inmaculada, irradiante de Luz y Amor, que conduce a los elegidos del Padre a las sublimes alturas el Espíritu.
“Santa Madre del Cristo y Madre nuestra, tus hijos de la Orden del Temple, tus devotos de todo el mundo, te amamos”.
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