LA ANUNCIACIÓN A MARÍA
Un enviado directo del Padre, el Arcángel Gabriel, saluda respetuosamente a María: “Yo te saludo, María, llena eres de gracia”, y solicita Su consentimiento para la Encarnación del Verbo en Ella. Y María pronuncia el Fiat mihi, “que se haga en Mi según la voluntad del Señor”. Un Fiat, que aparece tan decisivo y determinante como el Fiat Lux de la creación primitiva de la Luz. En efecto, el Fiat de María, marca el inicio de una nueva fase de la Creación. En Ella surge el germen de una nueva humanidad, el germen del Hombre-Dios.
Ella es ya la Madre de esta humanidad espiritual a la que empieza a moldear con y en el Cristo; la Madre Universal y el Verbo, que por supuesto comprende la participación del Padre, pues las tres personas son inseparables, comienzan una nueva Creación por medio de María y Jesús.
Para penetrar este Misterio, el conocimiento de la predestinación de María nos es necesario: María, es la “virgo parituri” de la Tradición. La Virgen que da a luz, esperada desde tiempo inmemorial, la primera criatura predestinada como la más perfecta imagen de Su Hijo, y este carácter único, nos hace ver la inmensa distancia que separa a María de todos los elegidos de la Tierra y del Cielo, Santos y Ángeles. Porque la predestinación de Jesús para la filiación natural de Dios, implica la predestinación de María para la maternidad Divina. Ambas son necesariamente recíprocas y correlativas, puesto que forman parte de un mismo destino de Dios. Y la predestinación de la Madre, comprende todas las predestinaciones, pues María las comprende todas. María contiene en sí misma todos los dones, todas las gracias, todos los bienes. María es un molde aparte, único, elegido especialmente por el Padre para la Encarnación del Verbo y por consiguiente, también el único capaz de moldear los hombres y mujeres de la nueva humanidad. María, es la única Madre Divina y para llegar a la Divinidad, es imprescindible nacer de Ella. “Dichosos aquellos que encuentran a María, pues han encontrado la Vida y consiguen el favor del Señor”. (Versículo del Libro de la Sabiduría que la liturgia aplica a la Virgen).
Hermano, hermana, tienes en María, nuestra Madre y nuestra Jefe, la clave capital de tu destino. Medítalo bien y actúa en consecuencia.
EL 25 DE MARZO
Es la conmemoración del gran acontecimiento cósmico de la Encarnación del Verbo, fiesta Divina y eminentemente Marial y Crística al mismo tiempo. Es la fiesta de la liturgia cristiana, la más importante de todo el año, pues todas las demás, están subordinadas a ella.
Este acontecimiento cósmico, ha cambiado la condición humana, pero la inmensa mayoría de los hombres no lo saben y son contados los que lo comprenden. Se ha producido una modificación fundamental en el Universo, pero los científicos no se han percatado de ello, los llamados sabios, tampoco y ahí se incluyen los especialistas de las Ciencias Religiosas.
“Vino entre los suyos y los suyos no le recibieron” (Prólogo de Juan). La Sabiduría Divina se encarnó, pero la sabiduría humana no se digno darse por enterada.
“Te alabo Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque habiendo ocultado estas cosas a los hombres sabios y a los orgullosos, se las has revelado a los más humildes”, dijo el Divino Maestro.
Hermano, hermana, si tu humildad es sincera y pura, puedes llegar a esta Sabiduría Divina. Inténtalo y así darás gloria al Padre.
Non Nobis.
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