LAS REGLAS COMUNALES

Abrimos hoy un apartado nuevo que consideramos de gran interés, y son las Reglas de algunas Comunidades, principalmente en las que está basada la de la Orden del Temple. Comenzaremos por ir desgranando cada capítulo de ellas, por su importante contenido espiritual, que a todos nos ha de engrandecer su conocimiento, aplicación en la vida laica diaria e interiorización.

REGLA DE SAN BENITO

Introducción

Esta Regla, es uno de los poquísimos textos sobre los que se inspiran y asientan la espiritualidad del Occidente cristiano. Ha servido de guía e inspiración para formar las estructuras de multitud de monasterios y también a muchos hombres y mujeres, que viviendo dentro o fuera de los claustros, les ha ayudado a caminar hacia Dios, nuestro Padre.

Ha llegado hasta el mundo de hoy, por medio de una enorme cantidad de manuscritos medievales y ediciones de diversas épocas, habiendo sido traducida a casi la totalidad de idiomas del planeta, habiendo tenido críticas tan positivas desde los tiempos de San Gregorio Magno hasta al actual pontífice Benedicto XVI; siendo toda la Regla un conjunto de normas para los que deseen ser soldados del Cristo.

San Benito de Nursia, redactó su Regla en la primera mitad del siglo VI, destinada a su propia Comunidad y para otros monasterios de Italia que desearan adoptarla, incluyendo en ella las directrices que consideraba útiles para los monjes de su tiempo. Es una obra de discernimiento, y que a pesar de las múltiples fuentes en que se inspira, es una obra totalmente homogénea y con una impronta absolutamente personal, que vuelca en el texto sus convicciones, preferencias, preocupaciones, en fin, todo cuanto lleva en su interior.

Fue un trabajo lento, complejo y muy meditado, que duró muchos años, completando ese manuscrito conforme surgían otras necesidades o simplemente mejorándolo. La Regla que al comienzo parece como mera escuela al servicio Divino, mas adelante da mucho énfasis en lo que significa una vida en Comunidad plena, en la que debe reinar el amor entre los hermanos, el mutuo servicio, la tolerancia y la comprensión.

San Benito no realiza su obra para literatos expertos en la redacción de textos, sino para el hombre o la mujer corrientes, como se muestra por sus expresiones directas y espontáneas, con un lenguaje muy expresivo y a la vez poco ortodoxo con relación a la gramática clásica, encontrándonos palabras usadas corrientemente aunque no pertenezcan al buen latín de la época. Lo que a él más le preocupa es que se le entienda bien y no sacrifica la claridad a la elegancia.

La Regla de San Benito nos inculca ante todo una sabiduría, un arte de vivir animados por el espíritu y con una fuerza vital. Este arte de vivir con un realismo sano, que a la luz de la fe y a la vez de la razón humana, acepta lo que existe tal cual es: Dios y el mundo sobrenatural; el hombre con su grandeza y su miseria; el entorno político y social y en resumen, el anhelo de la búsqueda constante de la autenticidad en todas las cosas sobre todo en lo íntimo de cada uno.

Es un arte de vivir que es a la vez discernimiento de lo que es bueno y lo que no; de lo útil e inútil; de lo que conviene y lo que no. En segunda instancia, discreción en el ámbito de lo ético, con mesura, moderación y prudencia. A la vez, se considera lo que es el orden, la exactitud, la coherencia y la armonía en todas las cosas; y todo queda impregnado de un enorme dinamismo que nos aparta de la apatía, la pereza, desgana y desánimo, animándonos a seguir el camino de la vida, ganar tiempo y correr a seguir a Cristo de cerca y buscando anhelosamente a Dios.

Vemos en la Regla el arte de saber vivir en Comunidad, solícitos, buscando el bien ajeno más que el propio y el esforzarnos en servirnos como hermanos, lo cual acaba llevándonos a vivir en paz, la paz verdadera, profunda e imperturbable que caracteriza el espíritu de San Benito. Todo esto y mucho más, encontraremos en esta Regla, pero hay que saber buscarlas y encontrarlas en una selva de referencias concretas a la realidad de San Benito muy distante en el tiempo de los hombres y mujeres del siglo XXI.

Finalmente, la presente versión de la Regla de San Benito pretende traducir literalmente las características del texto original hasta donde es posible, ya que no es de un hombre de hoy sino un italiano del siglo VI que no escribió en un latín perfecto, sino la lengua de su tiempo y la que usaban las personas de clase media, es decir, tiene un cierto modo tosco y desordenado, por lo que queremos señalar, que como tantos textos de la antigüedad no es de fácil lectura en muchas de sus páginas y nos encontraremos con términos y expresiones difíciles de comprender.

(continuará)

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