Reflexiones sobre: El pan nuestro de cada dia, dánosle hoy
Muchísimos mueren de hambre cada día, y paradójicamente, muchos mueren también de hartura. Un tercio de la población mundial se come el pan de todos.
¿Cuánto pan se pudre a diario o se pone duro y se tira en nuestra despensa particular?. Es mi pan, no nuestro pan. Es sólo mío. Es de mi propiedad particular. Aquí tendríamos que aplicar la regla cristiana acerca de la oración: Orar como si todo dependiese de Dios, y trabajar como si todo dependiese de nosotros.
Puede tomarse esta parte de la oración simplemente como una súplica, para que se nos conceda abundancia de medios con que sostener la vida presente, si no es con abundancia, al menos para que no nos falte lo necesario. “De cada día”, quiere decir, todos los días, porque todos los días nos levantamos, comemos y tenemos hambre. ¡Danos pues el pan de cada día!, y también el que está más allá de toda sustancia, es decir, el pan espiritual.
Mientras los discípulos se encuentran en la Tierra, no deben avergonzarse de pedir a su Padre celestial los bienes necesarios para la vida material. El que ha creado a los hombres sobre la Tierra, quiere conservar y proteger sus cuerpos. Lo que piden los discípulos, es un pan común y nadie puede tenerlo para sí solo. También piden a Dios que dé Su pan diario a todos sus hijos sobre la Tierra, porque todos somos hermanos.
El discípulo no pide pan sin más. Pide nuestro pan, el pan que nos es necesario. Como miembro de una comunidad, debemos preocuparnos de todos los que forman parte de ella o que lo harán algún día. Para Jesús, no se oponen el pan terreno y el pan de vida, pues en el ámbito del reinado de Dios, considera santificado todo lo terreno. El pan ofrecido por Él cuando se sentaba a la mesa con publicanos y pecadores, era pan de cada día y algo más: Pan de Vida. El pan el á Última Cena, era pan terreno y algo más: Su cuerpo entregado a la muerte por todos.
Debemos bendecir la mesa cada vez que nos sentamos a comer y dar las gracias a Dios por el pan y el trabajo que tenemos, así como a todos los que hicieron posible que ese pan, esos alimentos, estén sobre nuestra mesa, pues todos ellos han tenido que ser sembrados, recogidos, preparados, etc. Bendito seas, Señor, por este pan que nos das, fruto de la tierra y del trabajo del hombre.
Pedimos pan a Dios. Trabajamos por el pan. Compartimos el pan. Celebremos, en recuerdo de Jesús, la fiesta del pan.
(continuará)
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