El tema que conviene profundizar, es el referente al ABBÁ y la filiación Divina. Ya en el Antiguo Testamento, Dios se manifiesta como Padre (Isaías 1, 2). En el Nuevo Testamento, “vino a los suyos y los suyos no le recibieron, pero a cuantos le recibieron les da el poder de hacerse Hijos de Dios” (Juan 1, 12). El Padre Nuestro, es la oración de los hijos, es la oración de la casa. “El que comete pecado, es esclavo y el esclavo no se queda en la casa para siempre, pero el Hijo queda para siempre” (Juan 8, 34-35).

Hay quien plantea la utilización del término Madre, en esta oración. Dios es Padre, más aún es Madre (Juan Pablo I). En Isaías 49, 15, la referencia a la Madre es clara: “¿Puede una Madre olvidarse del hijo de sus entrañas?”. ¿Qué se puede decir?, que la paternidad no es un círculo cerrado y exclusivo. Hay que abrirlo al significado de la Madre: Dulzura, cariño, ternura….; aunque no digamos “Madre Nuestra, que estás en los cielos”.

“Nuestro”. La Divina adopción, nos constituye en miembros de una comunidad de hermanos. Salir el individualismo. Y encontramos el plural en cuatro peticiones.

Desmontar la imagen del Padre distante de los cielos. Cosmología bíblica. No visión científica, sino primitiva y religiosa. La imagen celeste, sugiere altura, distancia, trascendencia. Eso hay que corregirlo con la imagen de cercanía, inmanencia, interioridad y profundidad. El Él vivimos (Hechos 17, 27-28) y lo del Evangelio “De Su interior brotará un manantial, porque vendremos a Él, moraremos en Él” (Juan 4, 14). Hemos de superar la imagen del anciano venerable que vive en las nubes: “Allá arriba, más allá de las estrellas” (Himno a la alegría). Por tanto, hemos de tener unas actitudes básicas: Acordarnos de que cuando llamamos a Dios “Padre”, significa que debemos comportarnos como “hijos”. No podemos llamar Padre Nuestro al Dios de la bondad, si mantenemos un corazón cruel e inhumano.
(continuará)

Copyright. Todos los derechos reservados. Orden de Sión