Los grandes personajes de la corte de Bizancio, fueron los primeros en comenzar a aficionarse a estos viajes, donde había una necesidad de tomar contactos con los lugares que se mencionaban en los Evangelios y caminar por los mismos senderos que lo hizo Jesús. Además, tenían un gran incentivo en la posibilidad de encontrar reliquias, por lo que año tras año, se iban levantando iglesias y monasterios, que servirían de hospederías en las zonas cercanas a Jerusalén.
Estos peregrinos que llegaban de Occidente, solían hacer escala en Constantinopla, donde ya se podían venerar gran cantidad de reliquias traídas desde Palestina; además, éstos contaban con la protección del Imperio Bizantino, que tenía jurisdicción estaba Asia menor y Palestina, hasta que se perdieron las provincias orientales por las irrupciones árabes en el 634, lo cual creó una difícil situación a los peregrinos. Más adelante, con la conquista de Siria y Palestina por la expansión del Islám, hubo ya serias dificultades en las rutas comerciales, tanto terrestres como marítimas, riesgos que aumentaban hacia los peregrinos por el carácter espiritual de sus viajes.
Fue el califa Omar quien comenzó con estas grandes conquistas, aprovechando la debilidad de las dos grandes potencias del momento que eran Persia y Bizancio, y que andaban a la pugna y agotadas por las continuas guerras. Cuando en el año 637 los seguidores de Mahoma entraron en Jerusalén, el califa mandó edificar una mezquita en el sitio donde había estado el Templo de Salomón. Las tropas musulmanas se dirigieron después a Egipto y allí los bizantinos no pudieron resistirles lo cual les hizo evacuar Alejandría, no sin antes tener un acuerdo con los musulmanes, que les prometieron ser tolerantes en cuestiones de la religión con los cristianos y no atacar a las personas que iban en peregrinación. Esta tolerancia no fue del todo cumplida, ya que según iban cambiando los califas, respetaban o no ese acuerdo, lo cual daba una gran inseguridad a los peregrinos.
(continuará)
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