Valle de Iza
INCAS, CHINCHAS, CHIMUS, QUIMBAYAS Y CHIBCHAS
En el Imperio de los Incas, se realizaron también ciertas peregrinaciones, no sólo con motivo de la religión incaica de adoradores del Sol, sino a consecuencia de las muchas tribus sojuzgadas, alguna de las cuales tenían unas civilizaciones de enorme antigüedad que se remontan a muchos siglos antes de que los Incas implantaran su religión.
Hubo grandes deportaciones en las poblaciones sometidas a otros lugares distantes, para establecer cultivos, y estos emigrantes forzosos, llamados mitimaes, dejaban atrás sus lugares de culto y sus primitivos templos, mientras llegaban a sus tierras otros mitimanes del Imperio Inca. Además, los Incas imponían los traslados a otra clase más inferior, los yanacunas o siervos, que eran similares a los esclavos, que iban a trabajar los cultivos del emperador inca, de los sacerdotes o grandes dignatarios de las clases privilegiadas. Así Pachacamac, era el dios supremo para los Chinchas cuyo templo se edificó cerca de donde hoy está la ciudad de Lima. A este templo, acudían no sólo los indios de las tribus costeras sino no de los traslados obligatorios. Este culto persistió durante generaciones y se construyó un templo también en Cuzco dedicado a esta divinidad, a quien los Incas asociaron con su dios nacional Viracocha.
En relación a las fiestas religiosas genuinamente incaicas, destacaba la del Sol, que se celebraba anualmente en Junio, y atraía muchos viajeros que hacían la peregrinación a Cuzco para estar presente en las ceremonias. Esta fiesta, se celebraba en la gran plaza de Cuzco, donde acudía toda la familia real, dignatarios, caciques y sacerdotes, presididos por el gran Inca, para contemplar la salida del Sol en el solsticio, en cuyo momento levantaba el gran Inca un vaso lleno de bebida chicha, procedente de la fermentación del maíz, de la que bebía y luego pasaba el vaso al Sumo Sacerdote, familia real y jefes de las tribus. Después, el gran Inca entraba en el templo para ofrecer tributos de frutos y quemaba hojas de coca como incienso ante un Sol de oro macizo. Luego el Sumo Sacerdote, sacrificaba una llama cuya sangre se mezclaba con harina de maíz, para hacer una pasta confeccionada por las sacerdotisas o vírgenes del Sol, pasta que servía para una comida ritual de la que participaban el gran Inca y los caciques.
Los Chibchas, en Colombia, se hallaban separados de los Quimbayas por otras tribus en estado salvaje, y éstos últimos tenían prácticas religiosas que han pasado inadvertidas bajo el concepto de hechicerías de sacerdotes y adivinos, pero se sabe que hacían ofrendas ante sus dioses y quemaban resinas olorosas. Ellos tenían gran habilidad para la labrar el oro, que utilizaban para todos los usos, incluido el de cubrir sus tumbas con una lamina de este metal precioso, que era una gran fortuna para los extranjeros que las descubrían. Los Chibchas, eran más cultos, con gran arte para la orfebrería, cuyos restos han sido hallados en las tumbas de los caciques, que enterraban con su corona de oro, armaduras, sus mujeres sacrificadas al estilo hindú y sus esclavos. Loa ritos funerarios tenían gran solemnidad, oficiados por sacerdotes que llevaban mantos negros en vez de rojos, empleados en las fiestas religiosas del final de año dedicadas a Bochita.
En el valle sagrado de Iza, se reverenciaba la huella dejada por Bochita en el momento de su ascensión de forma parecida a la supuesta huella que reverencian los budistas al otro lado del Pacífico. La posibilidad de la navegación a través del Pacífico antes de la llegada de los españoles es indudable por indicios arqueológicos y étnicos.
(continuará)
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