ELEMENTOS BÁSICOS PARA INTERPRETAR
El Crismón y el Tetramorfos

       Cuanto más se estudia el Románico, más claro aparece el sentido de unidad que preside su significado. El Crismón y el Tetramorfos, tan aparentemente distintos, constituyen un ejemplo elocuente de esta unidad sustancial, que aparece en cuanto los contemplamos a la luz de su simbología. Llama la atención, la frecuencia de estas figuras, así como su ubicación privilegiada, normalmente en alto, encima de la puerta del templo.
El Crismón, aparentemente es el anagrama de Cristo y ahí vemos todas las letras: X, ρ, I, S. T ( en caso de seis barras) y la O cuando hay ocho, pero en este último caso, estamos ante un número que como el 3, representa a la Trinidad, a la vez que Iniciación. Este número se repite en la pila bautismal: 3 el alma, lo espiritual, más 4, el cuerpo, el mundo, más 1, Dios. Si sólo hay seis barras, es una referencia a lo sobrehumano, al poder. Paralelo al Crismón, hay un asterisco, símbolo celeste.
El Crismón, está compuesto fundamentalmente de la X y de la P, a veces de la I (Iesous), ambas letras inscritas en un círculo, el cual se refiere a la perfección, lo absoluto, lo eterno y la integración del microcosmos en el macrocosmos. Es signo también de ambivalencia por antonomasia, por lo que debemos considerar también la X cruz tumbada, con la cruz derecha. Entre las dos, son el resumen de la totalidad cósmica. Pero la cruz derecha, direccional, estática, es el mundo en su consideración instantánea, hierática y gloriosa, especialmente cuando se han añadido los astros o cuando está formada por los cuatro animales, volvemos a la X esencialmente dinámica, el correr hacia el fin de los tiempos, la X de la incógnita.
El Xρistos, simbolizado así, es el cosmocrator, el rey del Universo. Si colgamos de las aspas de la X las letras Alfa o Omega (Ǻ-Ω) del Apocalipsis, (Yo Soy el Alfa y el Omega, el principio y el fin), tendremos a Cristo cronocrator, rey del tiempo y al dominar el tiempo y el espacio, el Cristo es el Pantocrator, situado en la eternidad. Esta X, esencialmente esotérica, implica también la idea de multiplicación, fecundidad y fertilidad, de regulación del Universo. En su dominio, dinámica, inmensidad, trascendencia y perspectiva, su misterio nos acerca desde el fondo de la Edad Media, a la moderna concepción cristológica del mundo.
 

Analizando el Crismón, llegamos a la idea del Cristo Pantocrator y ello implica un estudio puramente simbólico de los datos. El mismo resultado se obtiene estudiando el Tetramorfos (4 formas), referido a la representación iconográfica de los cuatro vivientes del Apocalipsis IV, 6  y de Ezequiel XI, 5-14, y facilita mucho el entendimiento del mensaje, especialmente en muchos casos en que el centro del aspa formada por los cuatro animales, está representado el mismo Pantocrator, lo cual implica una redundancia, pero facilita la interpretación y confirma las deducciones aisladas.
La interpretación más conocida de San Ireneo, asimila los animales a los Evangelistas y a efectos de facilitar las ideas, indicamos la correspondencia con los cuatro elementos, citada por los filósofos antiguos:
Ø     Aguila: Juan, águila de Patmos (aire)
Ø     Hombre: Mateo, nacimiento de Cristo (agua)
Ø     Buey- toro: Lucas (tierra)
Ø     León: Marcos, resurrección (fuego)
(continuará)
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