La Iniciación (I)
Mucho antes de acercarnos al lugar sagrado, debemos sintetizar una serie de conocimientos ineludibles, que han de dar color a  nuestra intuición del misterio, situarnos en las sugerencias del símbolo y conferir a nuestra intención unos instrumentos eficaces y trascendentales frente al fenómeno para con ello, facilitar la obtención de cierto grado de Iniciación, esa pretensión grandiosa del hombre antiguo de maximizar su dimensión, de superar las contingencias exteriores e interiores, en busca de la unidad primordial del ser.
En nuestros días, este deseo de superación ha sido desgraciadamente olvidado y en su lugar, estamos dominados por el materialismo más absoluto. Vemos diversas reacciones frente a esta triste situación, especialmente en el estudio y práctica de tendencias espiritualistas orientales, pero que son difícilmente adaptables a la mentalidad occidental.
Por ello, la elección de vías para alcanzar la máxima dimensión humana, debe alcanzarse en medio de una gran serenidad, ya que es un destino personal, y el trabajo fundamental de trascender y ahondar, es interior. Los resultados, no son transmisibles y sólo podemos recibir consejos respecto al método, a los primeros pasos que demos, hasta cierto grado de Iniciación, pasado ello, cada uno habrá se seguir en su soledad y actividad transformadora.  Procurando llegar lo más lejos posible.
En el sentido más estricto, la Iniciación es la transmisión de Iniciado a Iniciado, de los primeros elementos de la Tradición que son fundamentales, es decir, la comunicación por parte de alguien que ya ha experimentado los métodos básicos de regeneración y superación espirituales, a otra persona que mediante cierta meditación y esfuerzo previo de enfoque y permeabilización mental, es capaz de aprovecharla.
El contenido fundamental de esta comunicación, es la Tradición, enseñanza relativa a la aprehensión por el hombre, de los principios eternos del Universo, conocimientos que eran normales  en los primeros hombres, pero la decadencia de la humanidad ha causado un sesgo cada vez mayor entre generaciones y el mensaje se ha ido intuyendo cada vez con más dificultad.
 Podemos decir, que la humanidad, la ciencia, “sabe” cada vez más del cosmos, pero también decimos, que lo “conoce” cada vez menos, ya que conocerá las reglas de la armonía, pero no por ello aprehenderá intuitivamente lo que es la música.
Pues bien, este Conocimiento o reintegración al cosmos, perfecto en sus movimientos, macrocosmos que supera el microcosmos, algo que le brinda al hombre la perspectiva de un estado superior, hombre que es imagen y semejanza de la Divinidad, se eleva a lo Divino sin pedir mercedes alguna, sino identificándose según la capacidad de que es capaz, y que va liberándose de sus límites.

(Continuará)

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