Frente a la Plaza Mayor del pueblo, se alza la fachada del templo de Guadalupe, al que se le concedió el título de Basílica por el Papa Pío XII. A los lados de la entrada, se levantan dos torres de piedra, llamada una de Santa Ana, del siglo XV, a la derecha, y a la izquierda del siglo anterior, se haya la de la portería al convento.
El gótico se hace luz y espíritu en los ventanales y portadas, que separan cinco columnas de pináculos flamígeros, y un bello rosetón gótico-mudéjar, engalana la fachada de este viejo templo. Las puertas del siglo XIV, realizadas por Paolo de Colonia, son de bronce con escenas de la vida del Cristo y de la Virgen María.
Detalle de la fachada
Tras las puertas, nos encontramos adosada al templo, la capilla de Santa Ana del siglo V. Tiene una bella nervadura gótica en la bóveda, rematada por capiteles de imaginería. Allí se encuentra el sarcófago de D. Alonso de Velasco, Presidente del Consejo de Castilla y de su esposa Dª Isabel de Cuadros, realizado en alabastro por el escultor holandés Anequín Egas en 1.467.
Unido a este edificio, hay un anexo construido dentro de la torre de la portería, donde encintramos el Lavatorium o pila bautismal, realizada con bronce por el artista Juan Francés en 1.402.
EL TEMPLO
Un arco abierto en el espesor del muro, que tiene más de tres metros y medio, señala la entrada al templo. A la izquierda, se encuentra la tumba de D. Gregorio López de Córdoba, comentador de las Siete Partidas y una tabla del nacimiento de Cristo de autor desconocido.
La iglesia, levantada en 1.336 por el rey Alfonso XI, era de estilo gótico-mudéjar, como puede verse en el ábside primitivo y otras partes que aún permanecen. Después fue modificada, especialmente con construcciones de los siglos XV y XVIII. Su aspecto es severo, pero grandioso. Tiene forma de cruz latina y tres naves, teniendo la central 48,84 metros de larga hasta el coro alto. Sobre los cuatro arcos del crucero, queda un ochavo que sostiene el cimborrio octogonal y sus ventanales, con numerosas archivoltas de ojiva, son de una extraordinaria belleza. El ancho de la iglesia es de 25,16 metros.
Lara Churriguera, introduje en este templo notables reformas, según se llevaba en su época, pero ocultó el pavimento y numerosas sepulturas, encaló las paredes que tenían magníficos frescos y tapió rosetones y ventanales. Todo ello harto lamentable, mas afortunadamente, tras una posterior restauración, éstos últimos ya han vuelto a dar al templo la luminosidad que tuviera primitivamente.
Recorre las tres naves, una espléndida verja de hierro forjado, dorada en alguna de sus partes, y fue labrada por los maestros rejeros de la Orden de Santo Domingo, Fr, Francisco de Salamanca y Fr. Julián de Ávila entre 1.510 y 1.514.
La Capilla Mayor, es muy rica en mármoles y pinturas del siglo XVII, las cuales se embellecieron a principios de ese siglo con un magnífico retablo de madera de roble y cedro, de líneas clásicas, trazado por Juan Gómez de Mora y ejecutado por el escultor Giraldo de Merlo, que labró las esculturas y altos relieves, ayudándole el hijo del famoso pintor el Greco, Jorge Manuel Teotocópuli. Seis grandes lienzos de Vicente Carducci y Eugenio Cagés, realzan el tablado.
Altar Mayor
A ambos lados de la capilla mayor, están los sepulcros de la reina María de Aragón, primera esposa del rey Juan II y el de su hijo Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, cuyos cuerpos momificados descansan detrás del retablo. Las estatuas orantes son obra de Giraldo de Merlo.
Hay dos oratorios de gran belleza, situados a derecha e izquierda del presbiterio, reservados antiguamente a la familia real.
Una verdadera joya se encuentra en el centro del altar mayor, y es el escritorio del rey Felipe II, hecho en Roma en 1.561 por Juan Guiamín, que actualmente está como sagrario. Es un bello bargueño de cedro, adornado con damasquinado de plata y oro y enriquecido por planchas doradas a fuego, con motivos religiosos con cierta inclinación profana, muy propia del Renacimiento. Encima del mueble, vemos dos esculturas de bronce que miran al Cristo crucificado de marfil, que está atribuido a Miguel Angel.
(continuará)
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