El agua, tiene simbólicamente tres puntos de vista:
II. Es un medio para purificarse.
III. Es un centro de regeneración.
Los Templarios, observaron cómo siempre en los lugares sagrados, había un poco o un manantial y a la vez, eran puntos de amor, luz y paz. Además, éstas aguas subterráneas, están relacionadas con la Sabiduría.
En el Antiguo Testamento, el agua era símbolo de vida y en el Nuevo, lo es del Espíritu, pues Jesús se revela como Señor del Agua Viva y por Su costado, en la cruz brota sangre y agua al infringirle la lanzada.
En la Astrología, el agua está asociada en tres de sus símbolos: Cáncer, Escorpio y Piscis, mientras que en la Alquimia, se representa con un triángulo equilátero con el vértice hacia abajo. Los Bautismos por inmersión, suponían un símbolo de regeneración y fuente de renacimiento, al ser binomio de muerte y vida.
Casi todos los enclaves Templarios, se alzaron sobre corrientes subterráneas de agua, porque además, así se nutrían de lo sagrado y lo puro. Ellos, con su regreso al culto de las aguas, dieron un giro a la enseñanza de la Iglesia oficial, que decía que el agua estaba vinculada a lo pagano, lo herético, porque los ancestrales cultos giraban en torno a las fuentes.
Todo lugar de peregrinación, tiene cerca una fuente o manantial, por eso también la Iglesia culpó de ello a los Templarios.
El Temple, que se nutrió en las fuentes de sabiduría orientales, era consciente de la dimensión del agua para el hombre, tanto a nivel humano como espiritual.