Autora: Hna. A.M.T.+
El padre que Dios me dio aquí en la Tierra vive ya su atardecer, siempre gracias le daré por haberme acompañado en mi sendero, y ahora me toca a mí acompañarlo a terminar el suyo. Mi padre esta viejo y ya no es el mismo, hace algunos meses atrás empezó en él una enfermedad que lo hace depender de otros, tenemos que alimentarlo, vestirlo y ayudarle a hacer todo lo que no puede hacer por sí mismo, literalmente los papeles han cambiado, pienso cuantas veces me ayudo cuando era niña ahora el niño es él.
Viven en mi los recuerdos cuando me recogía del colegio, cuando me enseño a nadar, cuando nos llevaba él y mamá al campo a jugar y también recuerdo con amor cuando me disciplinaba era muy enérgico, lo veía tan grande y hoy de adulta lo veo aún mas grande, me gustaba escuchar sus consejos porque así podía aprovechar a que me cuente como era de niño, como quería que pase el tiempo para crecer y acompañarle a todo lugar, hoy ya no quiero que pase el tiempo, quiero que Dios detenga el tiempo para tenerlo e impregnarme más de él.
Cuando era muy joven muchas veces me costaba entender a mi padre y a mi madre porque las cosas tenían que ser como ellos querían que yo haga las cosas, muchas veces quise resistirme, en ocasiones pensé tener los padres mas malos del mundo, y porque Dios me había castigado de esa forma, mientras tenia amigas que sus padres poco o nada les exigían y eso si les proporcionaban suculentas propinas y ellas si se podían divertir; me decía acaso no entienden que estoy harta de estudiar, harta de levantarme tan temprano a ayudar en los quehaceres, sin embargo la autoridad de mi padre se imponía y tanto yo como mis hermanos obedecíamos con amor y en otras mascullando entre dientes, ahora todos mis hermanos y yo somos prósperos profesionales y sobre todo fieles a Dios.
En Efesios 6, la palabra de Dios dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo, honra a tu padre y a tu madre que es el primer mandamiento con promesa para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la Tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”.
A medida que envejezco estoy aprendiendo a apoyarme mas en Dios y en su fidelidad, con el paso de los años Él me ha tomado de la mano y me ha mostrado el verdadero rostro de mis padres, su dedicación sus sacrificios claro que no todos nosotros podemos dedicar nuestra vida a dar como lo hicieron ellos, pero sus sacrificios nos pueden enseñar el valor de servir y de Formar Vidas y porque no decir de transformar vidas. Cuando miro mis manos, se que me fueron dadas para que ayuden a todos los que me necesiten, para que descansen sobre los hombros de los enfermos, de los afligidos y de aquellos que no tuvieron la bendición de tener padres como los míos, ó quizá sí los tuvieron, pero por el ímpetu de la juventud decidieron no escuchar .
La palabra de Dios es nuestro recurso más rico para ayudarnos a criar hijos que conocerán y amaran a Dios para equiparlos para los desafíos de la vida.
Puede que los niños pequeños no entiendan inicialmente cada idea espiritual que tratamos pero pueden captar la importancia que les damos y crecemos en su entendimiento.
Por todas esas enseñanzas del Amor a Dios, de respeto, de valores que me enseñó mi padre permanezco al lado de él por Amor para animarlo, cuidarlo y guiarlo, inspirada en el recuerdo de lo que fue, es y será para mí Mi Padre.
“El carácter de nuestros hijos mañana, depende de lo que hoy ponemos en sus corazones.”
NND
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