La alta Edad Media, periodo de sangre y humo, va a terminar con el milenio. Llega uno de los momentos más importantes de la vida de la Humanidad, con un salto que permitirá al Conocimiento una vía para difundirse universalmente: Las Cruzadas y las peregrinaciones, que influyen en la transformación de la civilización y su forma de entender lo mágico y lo sagrado, en sus edificios destinados al culto.

Pedro el Ermitaño, predica la primera Cruzada para liberar los santos lugares de los turcos. Miles de campesinos marcharán a la conquista de Jerusalén y arrasan todo a su paso. Tras ellos, gran cantidad de señores feudales que consiguieron tomar la ciudad en el 1.099, tras causar miles de muertes. Una serie de órdenes religioso-militares, empezaron a ocupar aquellas tierras, y en el 1.048, en que se fundó la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, que atendían al principio un hospital de peregrinos; pero pronto nació la más importante: La Orden del Temple.

Su primer Gran Maestre, Hugo de Panys, junto con Geofrey de St. Omer y otros siete caballeros, la fundan en 1.118, instalándolos el rey Balduino en los sótanos del Templo de Salomón. Ellos encontrarían algo en aquél sitio. Que influyó poderosamente en su éxito en muy poco tiempo, comprando gran cantidad de posesiones. Ellos fueron el puente entre Oriente y Occidente.

No sólo eran los cristianos enemigos de los árabes, también lo eran los persas y allí había un personaje: Hassan Sabbah (el Viejo de la Montaña), que aglutinaba a su alrededor un grupo de guerreros ascetas y fanáticos, conocidos como los Hashishins (asesinos). Éste, vivió unos treinta años en una fortaleza a 2.000 metros de altura Muchos aseguran que los monjes-soldados, accedieron a una serie de conocimientos secretos recopilados por los “asesinos”, procedentes de otras civilizaciones orientales como China y Japón, India, monjes de budistas de la Manchuria o Tibet. Eso significa, que Jerusalén fue el lugar donde confluyeron dos grandes caminos que conectaban al mundo desde la antigüedad: La ruta de la seda y el que tras cruzar Europa llegaba a Compostela.

Por estas vías fluía todo lo conocido y lo que vendría después. Así llegó a Europa lo que había estado escondido en Tierra Santa: La arquitectura basada en la Geometría Sagrada de origen superior y utilizada en las pirámides o el Templo de Salomón.

Aparecieron entonces los Maestri Compionesi, los canteros y gremios de artesanos, que llenaron el antiguo Imperio Romano de ermitas, iglesias y catedrales, cargadas de una misteriosa simbología y concebidas como verdaderos acumuladores de energía.

El espacio sagrado, es ahora una réplica del Templo de Salomón. Se orienta siguiendo la senda del Sol que al amanecer entra por las saeteras de su ábside y al atardecer sus rosetones y vidrieras iluminan el espacio, plenamente mágico, inspirado también en las criptas en las que los sacerdotes egipcios realizaban sus ritos iniciáticos. En sus pórticos, hay un Dios menos agresivo y amenazante.

Por los Templarios, empieza a rendirse culto a personajes femeninos cómo la Virgen María o Santa María Magdalena, de quien dicen algunos que Jesucristo tuvo descendencia de ella, cuya estirpe ha llegado a nuestros días. Ellos también introdujeron la simbología y práctica alquímica.

En esta oscura etapa de la Edad Media, florece la aplicación del Arte Sagrado, del Hermetismo y transformaría la arquitectura del románico al gótico, en el que el Santuario se concibe como una réplica del cielo. La catedral ahora, es un libro escrito en piedra, que compendia todo el Conocimiento secreto, los símbolos, las energías y las claves. Establece un puente entre el hombre y la trascendencia mediante la consciencia.

En el Renacimiento, periodo contradictorio, por un lado se sitúa al hombre como medida de todas las cosas; por otro se crean instituciones represoras como el Santo Oficio y la Inquisición, creándose el primer tribunal por Gregorio IX, para reprimir la doctrina de los Cátaros (los puros), que ocuparon el sur de Francia y extendieron la herejía albigense. Se rechazaba lo material por su naturaleza diabólica y su persecución tuvo fuerte reacción, tanto del pueblo cómo de los señores feudales. En España introdujo la Inquisición Jaime I de Aragón, siguiendo la recomendación de su confesor San Raimundo de Peñafort. Pasó luego a ser una institución durante los Reyes Católicos, que sirvió para controlar y reprimir a los judíos y abolida definitivamente por la reina regente María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII en 1.834.
(continuará)

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