VI Aparición: 21 de Febrero de 1.858
Es el primer Domingo de Cuaresma y la Aparición tiene lugar en la mañana temprano ante un centenar de personas, entre ellas, la madre y tía de Bernadette, la cual se encuentra amedrentada por la cantidad de personas que se encuentran cerca de la gruta, además, preferiría estar sola en estos momentos de felicidad y veneración, pero debe mantener la promesa hecha a la Señora.
Los detalles de la Aparición quedan en misterio, se repite lo que ya es un rito sobrenatural que precede a la llegada de la blanca figura
Dos episodios caracterizan este día, el encuentro de la niña con el abad Pène, Vicario de Lourdes y el interrogatorio que le hace el comisario de policía Jacomet, siendo éste su primer interrogatorio, e intentado la policía que tenga contradicciones, pero el candor y la sinceridad de Bernadette no dan lugar a ninguna cosa que intentan argüir.
El Lunes 22 de Febrero, día siguiente, la niña acude a la gruta al principio de la tarde, siguiéndola a distancia dos guardias, por disposición del comisario Domingo Jacomet, y hoy se produce una gran desilusión: La Señora no aparece. La niña regresa a su casa con tono abatido, pensando que habrá hecho mal o en qué habrá faltado para que la Señora no haya acudido. Sus padres le prohíben acudir a la gruta, a la vista de los sucesos que están ocurriendo, mas la niña, esquiva el control materno, y piensa seguir acudiendo, además, su confesor, el Padre Pomian, la conforta y dice que nadie puede prohibirle ir a la gruta, así que tanto él como las autoridades de Lourdes, empezando por su alcalde Sr. Abadie-Lecadé, persuaden al comisario para que le de libertad de ir donde quiera.
VII Aparición: 23 de Febrero de 1.958
Bernardette junto a su tía, acude muy temprano a la gruta, y se encuentra allí rezando el rosario más de cien personas y entre ellas, a personalidades de Lourdes. Después de unos minutos de oración, entra en éxtasis y con alegría ve que la Señora ha vuelto, durando este estado más de una hora.
Los presentes ven como la niña habla, gesticula y parece tener un coloquio apasionado con la Señora. Finalmente, ella dice que en esta ocasión, le han sido confiados tres secretos personales, con la orden de no decirlos a nadie.
Se encuentran presentes un abogado llamado Dufo, persona relevante y miembro del Concejo municipal; el Sr. Estrade y el Dr. Dozous médico y científico y conocido ateo, dispuesto a observar de cerca lo que ocurre y desenmascarar desde el punto de vista de la ciencia el supuesto montaje de Bernadette. Este doctor, volvió a su casa muy turbado en su incredulidad, llegará a convertirse y ser uno de los testigos básicos más importantes de los acontecimientos de Lourdes.
VIII Aparición: 25 de Febrero de 1.858
Tiene lugar a las cinco de la mañana, la acompañan su familia y unas 300 personas. Ha llovido toda la noche y hace mucho frío, pero a pesar de ello, la gruta se encuentra llena de personas.
La invitación hecha el día anterior por la Señora se completa y se amplía. No sólo debe caminar de rodillas y besar la tierra, sino además comer hierba silvestre. A esta Aparición, va unida el origen de la fuente.
“La Señora me dijo que fuera a beber en la fuente. No habiéndola yo visto, fui a beber al río, pero me dijo que no era allí donde tenía que ir e indicó con el dedo que fuera bajo la roca. Fui pero solo me encontré un poco de agua mezclada con fango, metí la mano, pero no pude coger el agua; entonces escarbé con las manos y solo así logré cogerla, por tres veces la tiré porque estaba sucia y a la cuarta logré beberla. La Señora me hizo comer también hierbas que había junto a la fuente”. Al día siguiente, el reguero barroso excavado en el suelo con sus manos, se había convertido en una fuente de abundante agua limpia y fresca, teniéndose constancia, de que no había allí ninguna fuente antes de las Apariciones.
Esta noche, la niña fue interrogada por el Procurador imperial en Lourdes, Santiago Vital Dotour, y la amenaza con mandarla a la cárcel, como no le prometa que no irá más a la gruta, pero ella no promete nada.
X Aparición: 27 de Febrero de 1.858
El viernes 26 no hay aparición, pero hoy aparece puntualmente en presencia de unas 800 personas. Bernadette repite lo mismo de siempre, rezando el rosario y entra en un éxtasis silencioso, mas pronto comienza a llorar cada vez más triste. Finalmente de rodillas, besa el suelo. La gente se acerca a preguntarla cual es el motivo de su tristeza , contestando ella que el mensaje que le ha confiado la Señora es: “¡Penitencia!, rezad a Dios por la conversión de los pecadores”. Este es un mensaje que se repite y que se extiende muy pronto por todas partes.
Bebe de la fuente y repite: “Id a beber a la fuente y lavaos”, indicación ésta sin duda dada por la Señora, para los presentes.
XI Aparición: 28 de Febrero de 1.858
Ya se cuentan a cientos los peregrinos que desean acudir al lugar. La Aparición se produce a las 7 de la mañana. Se encuentra presente el Gobernador Civil de Tarbes Massy para dar cuenta de los hechos extraordinarios. Después de la misa, una desagradable sorpresa, y es que un guardia civil obliga a Bernadette a seguirlo para comparecer ante el Juez de Instrucción de Ribes, siendo sometida de nuevo a interrogatorio, al que contesta serena y con firmeza.
XII Aparición: 1 de Marzo de 1.858
Con el pasar de los días, cada vez acude mas gente a la gruta, ya que han empezado a considerar el lugar como sagrado. El gentío es tan grande, que hacen falta los militares de caballería para controlarlos y que dejen pasar a la niña a la gruta.
En medio de los devotos, también hay muchos detractores que niegan cualquier acción Divina en los acontecimientos y acusan a Bernadette de incoherencia y locura. Ese día ocurre un pequeño incidente, que distorsionado sirve para denigrar la figura de la niña. Ocurre que una piadosa mujer, obligada a guardar cama por una seria enfermedad, confía a Bernadette su corona del rosario, para que la utilice durante el éxtasis. En efecto, después de haber efectuado el ritual de penitencia, se arrodilla y automáticamente saca de su bolsillo la corona que le había entregado la mujer enferma. La Señora se duele de este intercambio, por lo que la niña la guarda y saca la suya, elevándola con sus manos hacia la Señora. Los asistentes, creen que quiere bendecir los rosarios de los presentes que los agitan con las manos el alto. Después Bernadette, rectificará el malentendido y precisará los hechos.