Si revisamos la obra de von Eschenbach, encontraremos un enorme parecido entre los templarios y los caballeros custodios del Grial. Ambos representaban una fuerza de élite predestinada a cierta “grandeza espiritual”, que en aquellos años confería la unión de la cruz con la espada. De hecho, el poeta alemán llamaba en sus textos a los custodios templeisen, es decir, templarios.
Otros textos del Grial, como Perlesvaus, representan a los caballeros custodios de la copa vestidos con una túnica blanca que lleva una gran cruz roja sobre el pecho, tal como vestían los caballeros del Temple, y este símbolo aparece también en algunas leyendas que refieren un episodio en el que José de Arimatea entrega un escudo con la misma cruz a Evelach, antepasado de Galahad y héroe del Grial.
En Perlesvaus, el protagonista es finalmente recogido por una nave que posee el mismo símbolo y que lo transportará hasta una tierra desconocida de la que jamás regresará, donde supuestamente se hallaría el santo Grial.
John Matthews, en la Tradición del Grial, se refiere a los templarios de la manera siguiente: “Así tenemos a los templarios, con base en la sede del Templo de salomón, que guardan una reliquia sagrada, profesan una devoción especial a la Virgen y son apoyados por San Bernardo. Todos estos son elementos reconocibles de las tradiciones del Grial. Aprobados por el Papa, escrita sus Regla por uno de los principales hombres de la Iglesia de Europa Occidental, que tuvieron durante algún tiempo el más alto nivel de poder terreno. Toda la cristiandad occidental se había habituado a la idea del caballero, más los templarios se pueden decir que eran supercaballeros, que combinaban la habilidad del combatiente con el fervor espiritual del sacerdocio. No debe sorprendernos por tanto, que muchos de los autores del Grial, tomaran la Orden del Temple como modelo no sólo de la Caballería del Grial, sino también de la Tabla Redonda.
El experto Julios Evola en el Misterio del Grial, asegura que los templarios fueron “la Caballería espiritual del Grial” y su destrucción, independientemente de los motivos que movilizaron a Felipe el Hermoso y al Papa, por la propia naturaleza del ideal templario, debía ser violenta, pues la lucha contra la Orden del Temple, representaba una cruzada contra el Grial, y ya se ha hablado, que la Iglesia romana nunca se ha pronunciado a favor del mito del recipiente sagrado, temerosa de la fundación de una Iglesia paralela.
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