Toda Causa tiene su Efecto; todo Efecto tiene su Causa; todo sucede de acuerdo a la Ley; la suerte no es mas que el nombre que se le da a la Ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley.
Este Principio, encierra la verdad de que todo efecto tiene su causa y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que todo ocurre conforme a la Ley, es decir, todo ocurre por causalidad y no por casualidad. La suerte no existe, pero si existe en muchos planos de causas y efectos, dominando los superiores a los inferiores. Las muchedumbres se dejan llevar por la Ley, señalando “que suerte tiene esa persona” o “que mala suerte la mía”, arrastrados por el medio ambiente que los envuelve o por los deseos y voluntades de los demás.
Muchas veces nos sugestionamos por causas externas y nos empujan como autómatas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y así como el medio ambiente que los rodea, se convierten de dirigidos en dirigentes.
Ayudan a las masas y a los individuos a divertirse en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por voluntades ajenas. Utilizan el principio en ver de ser sus instrumentos. Los Maestros obedecen a la causalidad de los planos superiores en que se encuentran, pero prestan su colaboración para regular y regir en su propio plano.