Entre las muchas reliquias que tenían los Templarios, estaba la túnica de San Bernardo. Cuando éste visitó Roma en el 1.138 se hospedó en la casa Templaria del monte Avelino, hoy Priorato de la Orden de San Juan de Malta.
Al partir de allí, dejó su túnica de lana olvidada, la cual obró el primer milagro al sanar a un capellán Templario gravemente enfermo. Pero ésta, no era la reliquia más importante de Italia, en una isla al sur, veneraban cierto cuerpo incorrupto que guarda curiosas coincidencias con San Isidro.
En Catania (Sicilia), el Temple poseía tierras considerables y una iglesia dedicada a Nuestra Señora del Templo, y allí se retiró a mediados del siglo XIII frey Gerlando, templario oriundo de Polonia, que tras una carrera en Palestina, dedicó sus últimos años al consuelo de pobres y afligidos, así como a los animales. Murió en olor de santidad y comenzó a ser venerado por sus hermanos hasta que la Orden fue suprimida.
Las guerras arruinaron el Santuario, el cuerpo se perdió y la devoción adormecida. Quince años después, un vecino dijo haber tenido una inspiración sobre el lugar donde estaba el cuerpo, que no era otro que la arruinada capilla de Santa María del Templo. Excavando, se encontró la urna con el cuerpo incorrupto que exhalaba un olor admirable. Se trasladó a la iglesia de San Jaime, donde se produjeron muchos milagros, más de cien curaciones comprobadas.
El insólito renacimiento de un culto Templario estando tan recientes las hogueras, duró 264 años y en 1.560 el Obispo de Siracusa, Heroscus, prohibió el culto absolutamente, igual que el de San Isidro en Madrid y no se reanudó hasta 1.619 con su beatificación. Sin embargo, el pueblo se empeñó en seguir la devoción al Templario y ante su cabezonería, la Iglesia cambió de estrategia y se optó por metaforsear la militancia de San Gerlando por la devoción a los Hospitalarios, vistiendo entonces una imagen del Santo con el hábito de San Juan del Hospital con la cruz de ocho puntas.
Sirvan estos ejemplos de San Isidro, San Saturio y San Gerlando, para la próxima singladura por el proceloso mar de la santidad Templaria.