Aquí está la clave del enigma Templario: La céltica Is, la egipcia Isis y la semita María son una misma cosa, es decir, la Isis-María que viene de Egipto para convertirse en cristiana. Hay otras pistas que relacionan a Isidro con los mitos del agua, sus cultos ancestrales y su sacerdocio.
Hacia 1.135, los Templarios se instalan en Caraquicejo, lindante con Terrelaguna, en la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza, justo al lado de las tierras de Isidro y María y en 1.140, el matrimonio decide separarse para vivir castamente y dedicarse a la oración. Ella marchará a sus tierras de Caráquiz donde servirá de santera donada en la Iglesia Templaria de Santa María de la Cabeza. Él, seguirá en Majerit junto a su hijo y a partir de ahora, cesan las noticias sobre su actividad milagrera, pero es María quien despliega ésta como si su marido la hubiera traspasado y él se dedica sólo a la devoción de sus tres Vírgenes Negras. En 1.172 con 90 años, se siente enfermo y llama a su esposa para que le acompañe en el tránsito.
Murió y fue enterrado en el cementerio de la parroquia de San Andrés, en humilde y sin caja, amortajado y boca abajo sobre una tabla, al uso de los Templarios. María regresó a Caráquiz y continuó de santera. Su hijo Illán marchó a Villalba de Bolohás (Toledo) que ese año había pasado al poder del Temple y allí vivió hasta su muerte en 1.180 e Illán en 1.212, ambos en olor de santidad. Durante cuarenta años, la tumba de Isidro quedó abandonada y su fama de milagroso cayó en el olvido y tiene que ser Nuestra Señora de la Almudena quien lo trajese de nuevo, cuando estando sitiados por los almohades, unos niños que jugaban junto a la Iglesia hicieron un agujero en el muro y quiso la Virgen que fuera un viejo silo olvidado del que surgió trigo en tal cantidad que hubo para alimentar a todos. Así los musulmanes se desanimaron y marcharon dejando el asedio. Por esto Isidro, después de cuarenta años, se aparece a un amigo para que pida a los sacerdotes que exhumen su cuerpo y le den sepultura dentro de la Iglesia; su amigo no hizo caso y entonces se apareció a una mujer de buena fe que transmitió el mensaje. Se franqueó la sepultura y se encontró el cadáver incorrupto con la mortaja intacta despidiendo olor a incienso. Ante este hecho milagroso, lo trasladaron al interior de la Iglesia a un mausoleo nuevo. A la vez, las campanas de Majeriz empezaron a tañer solas y a su sonido sanaron muchos enfermos. Desde entonces las gentes empezaron a darle culto como santo y considerarlo su patrón. No obstante, la Iglesia prohíbe su culto durante cientos de años, incluyendo pena de excomunión; el pueblo, aunque acata la orden inquisitorial sigue el culto en secreto, hasta que en 1.589, la cofradía del santo solicita su canonización. A esto siguen cartas de Felipe II y el Ayuntamiento de Madrid al Papa, recogiendo el clamor popular, la cual no llegó hasta el 14 de Junio de 1.619 con Paulo V y el 12 de Marzo de 1.622 se canonizó de mano del Papa Gregorio XV. Pero la burocracia Vaticana esperará hasta 1.724 para emitir la bula, porque ciertos sectores de la Iglesia no olvidaban los orígenes inciertos de Isidro.
Su cuerpo se veneró en la Iglesia de San Andrés y en las sucesivas hechas sobre ella. Luego se traslada a la Iglesia jesuita que fue considerada Catedral de San Isidro. En 1.936 fue pasto de las llamas, mientras el cuerpo era tapiado a toda prisa en una bóveda hasta el final de la guerra civil, salvándose también el Códice latino de su vida porque estaba puesto en el sarcófago. ¿Escribieron los Templarios el texto romance original para promocionar su santo tras el respaldo de Alfonso VIII y la aceptación de Fernando III?. Es muy probable, y también que cuando la Orden fue suprimida, los clérigos encargaron a Juan Gil de Zamora una versión actualizada del Códice, respetando el grueso de la historia pero suprimiendo toda referencia a la Orden del Temple, ya que si querían salvar el culto, bastante rentable para el clero, había que apartarlo de los Caballeros y su Orden. El Códice original debía ser destruido y reemplazado por la versión purificada. El Códice primitivo sería el primer libro Templario objeto de culto y el único conocido que ha obrado milagros.
La mayor parte de los santos Templarios han pasado desapercibidos y otros que en los años gloriosos de la Orden fueron convertidos en santos por sus compañeros y aceptados por el pueblo, e incluso por el clero del momento, luego han sido relegados al olvido. De la época de San Isidro el más conocido es Guille Durán de Puigcerdá (Gerona), pero su cuerpo incorrupto fue destruido en 1.136, quien como Isidro, fue devoto de una Virgen Negra, Nuestra Señora de Puigcerdá. Otro, Jean de Monfort, muerto en Chipre, también incorrupto que fue transformado por los clérigos el siglo XVIII en miembro de la Orden del Hospital de San Juan para poder continuar con su veneración.