Doña María Coronel
Tras estas sorprendentes investigaciones sobre los Merovingios, ya podíamos entender la importancia del obispo sevillano San Isidoro dentro de la Orden del Cister y de los Templarios, mas en las introspecciones realizadas a los Merovingios, han salido dos nombres que su valor mitológico nos sobrecogió, y que nunca habríamos pensado toparnos con ellos en la presente investigación de la hacienda de Torrijos, Troya y la mítica tierra de la Arcadia.
En la investigación a fondo que se realizó del pueblo merovingio, gracias a las obras de sir Lawrence Gardner, y otros datos muy sueltos de enciclopedias y apuntes perdidos, que nos otorgaban datos muy clasicistas y de poca importancia para nuestro caso, Troya nos había sorprendido gratamente, al hallarla como precursora de un gran imperio medieval, el merovingio, y reducto de los seguidores de la tribu de Benjamín a través del primogénito del gran rey judío Saúl, el último rey ungido antes de Jesús.
ARCADIA
Mas no habíamos hallado en esta investigación al pueblo merovingio dato alguno de la Arcadia, la mítica región griega, Donde sus habitantes tenían vida eterna, o sea, el Edén cristiano, el jardín de Imnana para los sumerios.
Cuenta la leyenda griega que la Arcadia era la tierra de la virtud y de la eternidad, Donde la muerte tenía vedado sus dominios. Mas un día, unos pastores que alegremente paseaban con sus cabras, hallaron un cráneo humano, con una mosca posada en él. Todos quedaron petrificados ante tal descubrimiento, pues la muerte se les había mostrado con toda su realidad y pragmatismo. Por ello se advirtió del gran poder de la muerte, pues no tenía límites, y en todos sitios se albergaba, de aquí la afamada frase del convento francés de Rennés-le-Chateau, Et ego in Arcadia, Y en la Arcadia, Yo. Frase dictada por la propia parca.
Esta información nos la tomamos como una leyenda hermosa, interesante, y muy simbólica, en relación a los judíos llegados a Troya, Benjamín y todos sus seguidores, como si su familia fuera divina, y la simbología de la Arcadia, como región etérea, haría referencia a los benjamitas, o mejor conocidos como los Desposynis, como antes se ha dicho.
También era curioso que la simbología de la Arcadia era un oso, y esto nos trajo a la mente el mítico rey griálico Arturo Pendragón, pues Arturo significa Oso. Y nuevamente tendría una correlación con los Templarios y el Santo Grial.
Contento con todos estos datos, decidimos continuar la investigación de la hacienda de Torrijos, y el monasterio de san Isidoro del Campo, construido por Guzmán el Bueno y su esposa María Coronel, dueños de la hacienda.
Monasterio de San Isidoro del Campo. Santiponce (Sevilla)
La historia nos relata que tras la Orden del Cister, el monasterio quedaría en manos de la Orden de los Ermitaños de San Jerónimo, monjes también muy cercanos a Guzmán el Bueno, ya que éste los prefería a los monjes de la Orden de san Jerónimo. Dicho cambio no hemos tenido datos de su por qué, más de aquí nacerá una increíble historia que silenciaba todas nuestras dudas del por qué este cambio de órdenes monásticas, pues pasado el tiempo, este monasterio con la Orden de san Jerónimo en sus adentros llamará la atención persecutoria de la Inquisición, pues sus monjes no permitían la entrada a cualquier persona que fuera ajena al monasterio, evento común en él desde sus inicios con el Cister, más este hecho era causado por los tipos de estudios religiosos que entre sus paredes y techos se fraguaban día tras día, ya que los monjes estudiaban libremente la religión, aceptando a judíos, árabes, arrianos, gnósticos…, hecho que no nos sorprendió, pues el monasterio había sido construido por Guzmán el Bueno, hombre muy cercano a Alfonso X el Sabio, el cuál se rodeaba del conocimiento judío y mozárabe.
Pero los problemas para el monasterio llegaron con el siglo XVI, pues fueron muchos los monjes que fueron perseguidos y quemados vivos por herejes, a manos de la Inquisición, pues fueron considerados evangelistas, entre muchas otras acusaciones.
Entre los más de cuarenta ajusticiados resaltaba el nombre de una mujer, de la cuál no se ha podido conseguir datos, Doña María Coronel. Este apellido, como la esposa de Don Guzmán el Bueno, la dueña de Torrijos por herencia familiar directa, nos sorprendió mucho, y nos permitió continuar nuestra investigación, pues los hechos en los que trabajamos no estaban muy alejados de la hacienda de Torrijos.
Mas en toda esta historia resalta el nombre de Casiodoro de Reina, monje de la Orden de san Jerónimo, que vivía en el monasterio de San Isidoro del Campo.
Guzmán el Bueno
(Continuará)
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