LA ORDEN DEL CISTER
            La Orden del Cister nació en la primavera del año 1.098. Un grupo reducido de monjes, procedentes de la Abadía benedictina de Molesmes, Francia, con la ansiedad de conseguir una mayor perfección espiritual, gracias a volver a las bases primicias de la Orden de san Benito, se dirigieron al pantanoso y solitario Citeaux.
            Eran monjes que buscaban a Dios y su pureza en la pobreza, la castidad, la soledad, el retiro…  El año 1.112, sería un año histórico para el futuro de la Orden del Cister, pues San Bernardo de Claraval entraría en el Cister, y todo cambiaría.
            Tras la primera cruzada a Tierra Santa, 1.127, los nueve primeros Caballeros de la Orden del Temple regresaron a Europa, otorgándoseles una triunfal bienvenida, gestada por San Bernardo. En enero del siguiente año, se convocó un Concilio eclesiástico en Troyes, en la corte del Conde de la Champagne, señor feudal de Hugues de Payen, caballero templario, el cuál recibiría el título de Maestre de la recién reconocida Orden religiosa-militar del Santo Sepulcro y del Templo de Jerusalén, conocida como los Templarios. San Bernardo nuevamente en la historia se vincularía a la Orden del Temple, pues él quien narraría las reglas de conductas de la Orden de monjes-guerreros del Temple. En aquella regla se dictaba que el caballero templario daría votos de pobreza, castidad y obediencia. Resulta curioso este Concilio eclesiástico en la corte del Conde de la Champagne, encabezado el Concilio por San Bernardo también, pues este Conde en el 1.115, tras venir de tierra santa, había ofrecido los terrenos a la Orden del Cister, sobre los cuales San Bernardo edificaría la famosa Abadía de Clairvaux.
            En el 1.131 San Bernardo recibiría la Abadía de Orval para la Orden del Cister. En el año 1.139, nuevamente la Orden del Cister tendría una aparición magna, para favorecer a los Templarios, pues el Papa Inocencio II, antes monje cisterciense en Clairvaux, y protegido de San Bernardo, promulgó una bula según la cual los Templarios no debían lealtad a ningún poder secular o eclesiástico salvo al propio Papa.
     San Bernardo en el año 1.145 se dirigió hacia el Languedoc para predicar la doctrina cristiana a los herejes que allí vivían, mas cuando al lugar llegó, se sintió menos horrorizado por la herejía que allí había, que por la corrupción interna que se estaba cociendo en su propia Iglesia Católica.
      En el año 1.153 ya había más 369 Abadías del Cister, y todas ellas fundadas personalmente por San Bernardo. Este crecimiento inusitado y tan rápido de la Orden del Cister había sido parejo al crecimiento de los Templarios. Esta paridad es explicable en cierto sentido, pues André de Montbard, uno de los nueve caballeros fundadores del Temple, era el tío de San Bernardo, y el puente entre ambas Órdenes monásticas.
            Bernardo de Claraval pasará a la historia como San Bernardo pues la Iglesia Católica acepto como verdadero el relato por él contado, que una vez rezando a la Virgen, Ella se le presentó, y de su pecho materno emanó un chorro de leche, de la cuál él bebió.
            Por tanto, podemos pensar ahora que el monasterio de San Isidoro del Campo había quedado relegado a la regencia de la Orden del Cister gracias al rey Alfonso X el Sabio, y los Templarios, pero aquí nos emana una nueva cuestión. La Orden del Cister en este tiempo, ya tenía prominentes riquezas como se ha visto, por qué aceptar sin más un monasterio tan alejado de Francia, y construido evocando a San Isidoro, el obispo de Sevilla. ¿Quién era este obispo, para recoger los respetos de la Orden del Cister?.
            Isidoro nació en Cartagena en el 556. Su padre se llamaba Severiano, nacido también en Cartagena. Él era el menor de sus cuatro hermanos, Leandro, Fulgencio y Florentina. Los cuatro hermanos sería reconocidos posteriormente como Santos. El primogénito era Leandro, con una diferencia de edad muy considerable, y por su orfandad, fue en éste en quien recayó la responsabilidad de crianza.

         Isidoro llegó a ser uno de los hombres más sabios de su época, a pesar de su humildad y caridad. Sus escritos fueron recogidos por todo el mundo, siendo llamado el Maestro de la Edad Media, y primer organizador de la cultura cristiana. Mas sobre todas sus obras escritas, Etimologías u Orígenes es la que sobresale con gran diferencia. Pero actualmente, el escrito más valorado es historia de los visigodos, ya que es la única fuente de información sobre los godos que hoy día tenemos. Entre sus discípulos está San Ildefonso de Toledo. 
       En el año 599 Isidoro será el obispo de Sevilla, en sustitución del recién fallecido Leandro, su hermano, que luchó por convertir a los visigodos del arrianismo al catolicismo, propósito engendrado por la educación de su madre, visigoda y que del arrianismo se pasó al cristianismo. Posteriormente Isidoro continuaría dicha labor.
      El arrianismo era la creencia cristiana de los visigodos, en la cual se erigió como herejía para el catolicismo, pues dictaba la creencia que Jesús fuese un hombre humano, y no el hijo de Dios.
       Ildefonso, uno de sus discípulos decía “la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas.” Isidoro presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y el cuarto en Toledo, 633. En ellos dejó Isidoro su marca, especialmente en el decreto que se establecía un seminario en todas las diócesis. Los inicios educativos de Isidoro fueron los escritos de san Agustín y san Gregorio Magno. A sus ochenta años murió el 4 de abril del 636 en su casa, apaciblemente.
        Esta era la información genérica obtenida sobre San Isidoro de Sevilla, y no nos arrojaba pista alguna sobre algún acercamiento a las formas dogmáticas de la Orden Templaria, ni del Cister. Ante este punto, decidimos investigar los personajes que rodearon a San Isidoro, a ver si por aquí se podría hallar alguna pista, del porqué la Orden del Cister respetó este monasterio, edificado en honor a San Isidoro, pues allí se había encontrado su cuerpo enterrado, aunque después se pasara a León, de donde el rey Alfonso X el Sabio era rey.
            Teodosia, su hermana menor se casó con el rey visigodo Lovigildo.
          También en este segundo análisis de San Isidoro, se observó un segundo punto interesante, la obra Crónicas, estaba basada en las traducciones de san Jerónimo, del griego al latín, narra la historia desde Abraham hasta sus días, pero Isidoro se basa en el sistema judío, en el Génesis, y para esto coge otras crónicas, basándose fundamentalmente en la de Próspero de Aquitania, del 455. Este dato si nos arrojó unas bases que nos acercaba a la Orden del Cister, pues San Isidoro había respetado las sabidurías judías, como los Templarios y el rey Alfonso X el Sabio, y finalmente se había basado sobre todo en el escritor Próspero de Aquitania. Aquitania es una región francesa, con una historia muy ligada a la Orden Templaria y al cister.
        En la “Divina Comedia” de Dante, el escritor sitúa a San Isidoro de Sevilla en el Paraíso “llamear el espíritu ardiente de Isidoro”. El espíritu de aquel gran varón que fue lumbrera de España, Padre de la Patria, “puente entre dos edades, depositario del saber antiguo y heraldo de la ciencia medieval”. Este dato nos abrió mucho los ojos, pues Dante pertenecía a la Orden de los Roses, muy cercana a los Templarios, y él se proclamó templario, cuando la Orden estaba siendo perseguida. Cabe aquí reseñar que el culto a San Isidoro de Sevilla por la Orden del Temple emanase fuertemente en esta época, pues Dante y Guzmán el Bueno, eran coetáneos.
            Lo más llamativo de los datos que en el segundo estudio a San Isidoro se extrajo, era su árbol familiar, pues su padre, Severiano, Duque de Cartagena, era de descendencia merovingia.

(continuará)

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