Castillo de Montségur
Se tiene conocimiento en la actualidad, que los Cátaros poseían un gran conocimiento sobre el Grial. Se cuantan numerosos relatos del castillo de Montségur sobre su acontecimiento final. La fortaleza estaba regida por una de las mujeres entre las más bellas, llamadas las “perfectas”, la legendaria condesa Esclarmonde de Foix, que falleció poco antes de la toma del castillo, aunque nunca nadie creyó en su muerte definitiva, por la gran admiración que le profesaban y que permanecería dormida en las cuevas de la montaña para renacer cuando fuere necesario.
Un pariente de la condesa, (a la que luego se identifica como la doncella del Grial), en medio de la batalla comenzó a vestir una armadura de una blancura extraordinaria, salió de la fortaleza blandiendo una gran espada con la empuñadura de oro.
Los soldados que atacaban el castillo, horrorizados, huyeron cuesta abajo ante la creencia de que era uno de los caballeros del Grial. Se afirma también, dentro de las numerosas leyendas, que tiempo antes de comenzar las persecuciones, el cáliz de la Última Cena, fue ocultado en una cueva de Aragón por el obispo Audeberto y en el siglo XII, ante ciertos peligros que amenazaban la sagrada reliquia, se afirma que fue confiada a los Cátaros de los Pirineos y escondida en Montségur. Posteriormente, con la caída de la fortaleza, fue trasladada nuevamente a España, identificándosela más tarde con el cáliz de la catedral de Valencia.
Los registros de la Inquisición, dan cuenta de que en la noche anterior a la caída de Montségur, cuatro “perfecti” escaparon hacia las montañas por la garganta mas inaccesible. Con ellos llevaban libros sagrados y ciertos tesoros, entre los cuales se encontraría una copa sagrada que se utilizaba en el rito de la Manisola. Estos tesoros jamás fueron encontrados y se sospecha que aún pueden estar en alguna de aquellas cavernas subterráneas de Montségur y de hecho, algunos arqueólogos, han encontrado en una piedra de estas cavernas, tallada delicadamente, la figura de una copa.
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