El color negro que presentan determinadas figuras que representan a la Virgen, ha de entenderse dentro de este aspecto benéfico, y veremos en breve, como nos va a llevar a encontrar los principales atributos de Ella. Primeramente, vemos el carácter de María asociada a la tierra; porque el color negro la evoca, que casi siempre es muy oscura, y mucho más lo es en su interior, en las profundidades de las grutas y las cavernas, donde muchas veces ha habido manifestaciones de la Virgen, y en sus sustitutos para el ritual, como son las criptas. Estos lugares, evocan ese útero de la Tierra, así como de las profundidades de las aguas, que son imagen de las Aguas Primordiales. En todo el misterio de la vida, vemos su relación con el útero materno, así como su relación con la Luna en el ciclo de las gestaciones. El solsticio de invierno, se le denomina el Sol negro de Navidad, pues tradicionalmente, la Virgen dio a luz a Jesús en la media noche, en la gruta de Betheleen. Por todo ello, no es difícil ver relación entre el Sol negro y la Virgen negra.
La Tierra, de color negro, simboliza la manifestación en lo más bajo de la escala de ser, y es llamado simbolismo negativo, pero como vemos, este simbolismo se invierte si se le considera la cúspide del eje vertical de esta escala y se convierte en positivo. Es decir, hallamos la Materia Prima, a la cual también le corresponde el color negro, porque es la imagen de la indistinción de la Sustancia Primordial, que es no manifestada, igual que la materia cósmica. Señalemos, que la Piedra Negra de la Kaaba, también tiene este sentido y la Piedra Negra de Éfeso, como imagen de la Gran Madre. Es evidente, que el color de las representaciones negras de la Virgen Madre, ha de entenderse en este aspecto, y veremos que el negro nos lleva a encontrar los principales atributos de Ella. Por lo tanto, vemos que el color negro, simboliza la Sabiduría celestial, en cuanto al polo femenino de la manifestación, y por ello, la Virgen negra es la manifestación de lo no manifestado, valga la paradoja, aunque la Virgen cualquiera que sea el color que se le atribuya, lo es de todos modos, pero ahí, se subraya un aspecto importante de Su naturaleza.
Eso es lo que simboliza el icono de la Virgen Negra. El negro de la materia prima, que es el reflejo en este plano inferior, de la no distinción principal de lo Infinito, del Eterno Femenino Divino. Si consideramos los dos iconos de la Virgen, el negro y el blanco, el primero simboliza lo Infinito y el segundo la Pureza absoluta, combinándose ambos en la Constelación de la Virgen, cuya luz destellea en el firmamento oscuro, y el manto que suelen poner a las mayorías de las representaciones de María, es en este caso un negro atenuado, tradicionalmente sembrado de estrellas de oro. De esta forma, el simbolismo del color negro, abarca todo el espacio que va de la tierra al cielo, desde las tinieblas de la tierra hasta la Tiniebla Supraesencial de la Divinidad suprema.
Si había para algunos, un enigma de las Vírgenes negras, de esta forma vemos que se resuelve, y se nos revela el fondo del misterio mariano. Las apariciones de estatuas negras de la Vírgenes, fue obra a la vez de la intuición del pueblo, alimentada por el recuerdo de las antiguas diosas, y la teología superior de los monjes mas esclarecidos, que sostuvieron y divulgaron este tipo de imágenes, que hacían ver a quien pudiese comprenderlo, lo que la teología y la liturgia corrientes, solo dejaban bocetar con medias palabras, cuando celebran la Asunción de la Virgen al cielo, donde está coronada como Reina de los ángeles, es
decír, por encima de todo lo creado, en cuanto a mujer terrena convertida en Mujer celestial, reuniéndose en Su origen eterno que se encuentra así manifestado.
Así que este misterio mariano, a los ojos de los monjes, era de una importancia extrema para los cristianos, ya que no se ha exagerado en el papel desempeñado por la Madre en el destino de los hombres, el lugar de María en la Encarnación de Cristo y la Redención. Primeramente, hemos de considerar un aspecto muy importante y característico de las Vírgenes Negras, y es su relación con la alquimia y los lazos de ésta con los constructores de catedrales. Estas Vírgenes, están siempre instaladas en las criptas, lo que representa la materia con la que deben de trabajar los alquimistas, y esta manera de expresarlo, pertenece al simbolismo tradicional, que lleva siempre al pensamiento en dirección vertical, o sea, del objeto material a la realidad intelectual o espiritual; de lo visible a lo invisible, nunca en sentido inverso, la cual sería un punto de vista materialista y reductor.
Hemos visto, que es frecuente referirse a la Virgen como fuente, jardín, árbol, rosa, puerta, etc. y precisamente “tierra”, por tanto, ¿por qué no se puede llamar también tierra del alquimista, si la alquimia al fin y al cabo tiene que ver con una actividad espiritual, en la que todos los materiales de laboratorio que se usan, designan principios que regulan la vida del mundo y la del hombre?. Para entender bien lo que dicen los hermetístas cuando plantean: Virgen Negra = tierra del alquimista, conviene recordar los tres niveles en los que se sitúa el simbolismo de la tierra aplicado a la Virgen:
a) El nivel metafísico, en el que la palabra remite a la Materia Prima.
b) El nivel cosmológico, en el que se remite a la sustancia del cosmos.
c) El nivel propiamente material, en el que se designa la tierra mineral.
La Virgen negra nos enseña, que bajo tierra, como en una cripta, está escondida la luz mineral, en lo más profundo de un cuerpo despreciado, como dicen los alquimistas al hablar de la “materia lejana” de la Obra. Es significativo, lo que se expresa en el Cantar de los Cantares, que la Edad Media aplicó a la Virgen negra: Nigra sum sed fermosa (Negra Soy, pero hermosa). Porque si bien la Tierra, situada en el punto inferior del cosmos, puede aparecer como elemento poco glorioso, es Ella sin embargo, quien encierra las energías vitales, salidas de la Luz celeste, que hace surgir toda la naturaleza vegetal. En la oscuridad, la estatua negra nos enseña, que en lo profundo de su cuerpo, se esconde la Luz del mundo, por eso algunas de esas estatuas llevan en el vientre un sol radiante.
En resumen, la Virgen negra, desde la perspectiva alquímica, es el prototipo que debe formarse en el alma del hombre. El alma tiene que volverse Virgen negra, humilde tierra, aniquilarse en la más absoluta humildad, para alcanzar el estado de materia prima, materia virgen apta, para recibir el influjo del Espíritu. El hombre solo puede hacerlo con ayuda de María, y por eso los alquimistas le atribuyeron ese papel. Ella es la Virgo paritura, la que da a luz a la piedra igual que da a luz a Cristo, es decir, da luz al alma; y los alquimistas no fueron los únicos que lo comprendieron, también el pueblo cristiano ha sentido en algún grado, que la Virgen negra es la iniciadora que hace morir y resucitar mediante la Luz. Su color negro significa, que la Virgen atraviesa el negro del hombre y así lo hace pasar a la Luz.
La naturaleza y función del icono como instrumento de contemplación, es como un Mandala, pues no es una imagen religiosa sino realmente sagrada, es decir, concebida y ejecutada según reglas precisas y por eso mismo, capaz de abrir el mundo invisible a la mirada del que lo contempla. El color oscuro de la Virgen, se refiere a la No-manifestación Divina, de la cual es soporte en cuanto Madre del Verbo, que es también la manifestación de lo No-Manifestado. Representa la condición sustancial de la manifestación del Verbo, su base y como tal tiene que ser soporte de lo Único y no verse manchada por lo múltiple. Así es, como se convierte en instrumento de contemplación la imagen: El alma del contemplativo, como María, tiene que realizar en su corazón la naturaleza del Verbo, y para ello el alma, como María, tiene que ser pura y estar vacía para servir de soporte a la Divina Presencia.
Como la Virgen el alma debe llevar la impronta de la No-Manifestación, es decir, la oscuridad, que es la nox profunda y el descenso a los infiernos, que constituyen la muerte Iniciática. Es la extinción o indiferencia con respecto al mundo, o sea, la ilusión y este es el estado de pobreza de espíritu y de humildad.
Ese es a fin de cuentas, el papel de las imágenes negras de María, que a todos aquellos que las contemplaban con profunda devoción, les ofrecían un medio de transmutarse, en distintos grados y según las posibilidades de cada uno, porque huelga decir, que no todos alcanzan con ello la pobreza de espíritu, es mas, solo una pequeña parte lo consiguen. Pero todos, al menos, han encontrado ahí, si tienen una voluntad recta, un medio que hace operar un cambio en sus vidas.
Ahora vamos a considerar, que es una cripta, lugar especial para los Templarios, a lo largo de los tiempos. Ese lugar oscuro bajo tierra, y que evoca por su penumbra a las tinieblas a la vez destructivas y generadoras, es el lugar donde siempre se ha venerado a las Vírgenes Negras desde su origen, y solo siglos más tarde, se han retirado algunas de Ellas de ese lugar, para venerarlas en la superficie de los templos. Muchas imágenes, llevan nombres que evocan el mundo subterráneo, siendo la más célebre de ellas, la Virgen de Chartres, que era llamada en la Edad Media la Bendita Dama Subterránea, antes de ser conocida por el nombre de Nuestra Señora de Bajo Tierra. En estas criptas, la Madre Universal se hace presente en el seno de la madre Tierra, y la Nueva Eva espera allí al peregrino en esa suave penumbra. La cripta es una imagen de matriz y por Su presencia, la imagen coge fuerza.
Este emplazamiento de elección de Nuestra Señora, es un lugar calmo y tranquilo en el que no penetran los ruidos del mundo, uno puede estar allí sin ser perturbado, y es notable cuan poca cosa hace falta para que el espíritu flote y se desvíe de la meditación, pues es muy grande nuestra debilidad y capacidad de concentración. La cripta es el lugar, donde el alma puede encontrar la paz en una atmósfera propicia y elevarse hacia el mundo sagrado.
En el origen, las criptas solían ser las tumbas de algún santo o mártir, sobre la cual se construía el santuario, e inaccesible para el común de los fieles, como ocurría en las iglesias románicas primitivas, desde la liberalización de los cultos, con el edicto de Milán en el año 313. Posteriormente, en las criptas, se solían poner los relicarios. Se llamaba a esas tumbas “confesiones”, ya que el que reposaba allí, había confesado su fe en palabras y actos. La iglesia superior, donde se encuentra normalmente el altar, éste está en el eje de la cripta, y encuentra en ella su fuente y sus fundamentos. Se encuentra orientada entonces según los seis ejes del espacio.
En el plano simbólico, no hay diferencias entre la cripta, la gruta o la caverna. Las tres son emblemas de una única y misma cosa e idea. Lo único diferente, es que la gruta y la caverna son naturales, y la cripta está hecha por la mano del hombre, pero esa diferencia se pierde en gran parte, cuando se sabe que han sido construidas para simular una gruta antigua que fue lugar de sepultura y de culto. Hay muchas de origen natural, que han sido modificadas por el hombre para hacerlas adecuadas al uso litúrgico. Tradicionalmente, estos lugares subterráneos, tienen una doble función. En todas las mitologías, tienen contacto con el mundo ctónico, la puerta de acceso a los muertos, el punto de unión de los dos universos, y eso es lo que hemos encontrado en el origen de la cripta cristiana. Es un lugar de vuelta a los orígenes, que permite una regeneración, un reencontrar las raíces y religar lo alto con lo bajo. La gruta o caverna, así como la cripta, no pueden disociarse del concepto de la Tierra Madre, y es el lugar por excelencia para el nacimiento y la regeneración.
Es descendiendo a las entrañas de la tierra donde uno puede remontar al cielo y hacerlo no es otra cosa, que materializar la investigación interior que debe ser hecha; que es descender hasta lo más profundo de sí mismo para encontrar allí su realidad y acceder a la verdadera Luz. Cómo decía el Cristo, si el grano no muere ¿cómo podría dar fruto?. Es por la enorme potencia de la imagen, por la oscuridad y la profundidad del mundo físico, que se pueden encontrar los principios metafísicos. Por todo esto, todo nuevo nacimiento y toda revelación, pasa por una estancia en las entrañas de la Inmaculada Concepción, que tiene el negro rostro no solo del caos original sino también la Tradición Primordial.
La cripta es también, simbólicamente hablando, análoga al athanor del alquimista donde debe producirse la transmutación de la materia vil en oro espiritual. En los antiguos misterios que daban lugar a una Iniciación, siempre se realizaban en el “lugar oscuro” del que la cripta, soporte del templo, es la representación más perfecta. Se puede señalar, que en el libro del Génesis, los enterramientos importantes, tales como los de Adán, Sara, Abraham, Jacob, etc., siempre se realizaban en cavernas. Como decía el profeta Isaías “Yo te daré los tesoros de la oscuridad y las riquezas escondidas en un lugar secreto, para que tu sepas que Yo Soy el Eterno (Is. 45.3). Las riquezas de la que habla, no pueden ser otras que la pura potencia No-manifestada, por lo tanto, no comprensible directamente por la inteligencia humana. La oscuridad, es la fuente de la Luz sin límites. El abismo, que es el lugar secreto designado en este versículo, es a menudo llamado Agua Profunda, y es el agua profunda incluida en el nombre mismo de Myriam, nombre original de Nuestra Señora, cuyo nombre se abre y se cierra por la letra hebrea Mem, símbolo de las aguas primordiales, las Maïn. Ella emblematiza por su doble presencia en su nombre, la reunión de las aguas superiores y las inferiores, separadas en el primer capítulo del Génesis.
Las leyendas hablan de las Vírgenes Negras, como Vírgenes “encontradas” en un tronco, una mata de espinos, el subsuelo… .
Estas Vírgenes encontradas, lo son siempre en un lugar natural donde están escondidas desde tiempos desconocidos, y podemos ver a través de las leyendas, como ellas no aceptan ser desplazadas volviendo siempre al lugar de origen. Este lugar, constituye de alguna manera un centro, y es en ese punto donde deben tradicionalmente anclarse las cosas, los seres y los acontecimientos, pero un lugar tal, no podía ser único, sino que hay centros secundarios que tienen vocación de permitir una transmisión. Estos centros, son de origen espiritual, pero se anclan en los lugares materiales, y desde siempre, esa ha sido una de las funciones reconocidas en las criptas. Es una imagen de la naturaleza y está enterrada en la Madre tierra, y su enterramiento en el seno de la tierra fecunda, hace de ella un lugar privilegiado de renacimiento. En la oscuridad de la cripta, nos situamos en la frontera del mundo de los vivos y el mundo de los muertos; en la frontera de lo conocido y lo desconocido. ¿Quién no ha sentido la paz, la atmósfera peculiar que se respira en ese lugar.
¿Por qué en los monasterios, las vísperas y las misas de los monjes se desarrollaban en la cripta?. Estaba claro que era una necesidad ontológica.
La Virgen Negra, se mantiene entre uno y otro mundo, el de arriba y el de abajo. A veces, Ella ha sido llamada Nuestra Señora de la Buena Muerte, independientemente de la leyenda de su descubrimiento. Ella está ahí, para incitar al hombre a situarse en el centro y provocar un renacimiento, que pueda permitir al orante dejar su basura mental. El peregrino, se sitúa en un punto de equilibrio de su existencia espiritual. Está sobre una línea fronteriza entre lo que era y lo que puede venir. La Virgen Negra, está ella misma situada en un lugar bisagra, en una frontera. Ella reúne todo aquello que puede y debe ayudar a la realización de una metanóia. En las ceremonias de los misterios antiguos, la búsqueda Iniciática, conducía al renacimiento espiritual y era la única que daba acceso a los Misterios. La Virgen Negra, a continuación de la gran diosa, condensa toda la esperanza del postulante y Ella nos exhorta a engendrar al hombre nuevo que recapitula del pasado y abre un porvenir verdadero, porvenir que debe situarse en el mundo, estando a la vez fuera del mundo. He ahí una de las formas del segundo nacimiento.
La penumbra de la cripta, tiene su función propia. No siendo completamente luz ni completamente oscuridad, es ella la imagen de un punto de paso, de una puerta. Esta penumbra nos obliga, para comprender porque ella era estimada como necesaria, a volver sobre el papel evocador de las tinieblas de color negro. Ella es, de alguna manera, una figuración materializada de la vía elegida.
La vía marial, porque es de ella de lo que aquí se está tratando, es considerada como una vía Iniciática directa, comportando una verdadera transmisión. Recordemos que Iniciación deriva del latín initum y que esta palabra significa propiamente entrada y comienzo de una nueva existencia en el transcurso de la cual, serían desarrolladas las posibilidades de otro orden, que aquellas a las que está estrictamente atada la vida de un hombre ordinario; y la Iniciación, así entendida en su sentido más estricto y preciso, no es en realidad más qué la transmisión inicial de la influencia espiritual en estado de germen. Ahora bien, tradicionalmente, todo cambio de estado y eso solo lo realiza una Iniciación efectiva, se considera que solo puede realizarse en la oscuridad. Los más antiguos misterios, por lo que nos ha llegado, lo prueba. El candidato a la Iniciación, debe pasar por la oscuridad antes de acceder a la Luz, pero no a la luz del mundo que no es más que gloria efímera, sino a la Luz verdadera que solo el corazón puede percibir. Es en esta fase de oscuridad, que puede efectuarse una especie de recapitulación de los estados antecedentes, por el cual las posibilidades que se relacionan con el estado profano, serán definitivamente agotadas con el fin de que puedan desarrollarse libremente las posibilidades de un orden superior que el candidato a la Iniciación lleva en sí mismo.
Dirigiéndose a la cripta, el peregrino penetra en el nivel de las profundidades terrestres donde todo es todavía indiferenciado; el lugar donde la dualidad se encuentra en estado latente. Es en este nivel, donde se encuentra el fruto de la virtud de la Esperanza, ya que él contiene la paz, el reposo verdadero. El peregrino, espera encontrase ahí consigo mismo. Surgido de la tierra, sabe que regresará a ella un día. También viene del mundo exterior donde la dualidad es activa y los opuestos se combaten y desgarran a veces, perfecta imagen del combate que se desarrolla de ordinario, en el alma del hombre. Pero ha venido aquí para acceder al tercer nivel, el superior, el celeste, donde los opuestos son reconciliados, donde la dualidad se reabsorbe en la unidad, ya no más diferenciado sino llena y viva. Es el nivel de la victoria del hombre sobre el hombre.
El peregrino deberá seguir todo un camino para llegar a la cripta, a los pies de la estatua de la Virgen. Él va a pasar figurativa y materialmente del mundo profano al sagrado. Franqueará antes que nada el porche de la iglesia, y atravesando el nartex, cambiará de universo. Después recorrerá el tramo central de la nave, para llegar a la encrucijada del crucero que divide en dos la iglesia, separando definitivamente lo profano de lo sagrado, antes de acceder al coro.
Llegará a la puerta baja, que por una escalera estrecha, le hará enterrarse en las entrañas de la tierra, y esta escalera, la va a recorrer dos veces, ya que va a descender para volver a subir y cuando vuelva, él será el más rico que lo que era al llegar, pues recordemos que “Quien se eleve será rebajado y quien se rebaje será elevado”, como se menciona tres veces en los Evangelios.
Esta marca franqueada, es de alguna manera una etapa en el camino del Conocimiento, que simboliza la escalera. Tradicionalmente, el descenso representa la búsqueda del conocimiento esotérico y la subida el del conocimiento exotérico; ahora bien, no hay Conocimiento completo más que cuando se reúnen los dos. El descenso se interpreta también, como una toma de conciencia y la subida sería la puesta en práctica después de la vuelta hacia la luz del mundo profano, que el peregrino reencontrará tras haber de nuevo recorrido los diferentes espacios de la iglesia, pero en otro sentido esta vez. Y este mundo profano, el peregrino habiendo recibido en las profundidades de la
tierra una parcela del saber y una chispa de la Luz escondida, deberá contribuir a transformarlo. Debe hacerlo porque él ha vivido de alguna manera un renacimiento por una adhesión a lo real, situándose en otro plano y más allá de las cosas.
Las Vírgenes Negras que ocupan todavía el lugar que les fue primitivamente otorgado, lo que está lejos de lo que ocurre ahora, todas están orientadas de tal manera que quedan frente al cuadrante noreste, es decir, ellas miraban hacia el punto de la salida del Sol en el solsticio de verano, y ello no es sorprendente, dada la cantidad de elementos simbólicos que rodean a estas estatuas. Recordemos que los dos solsticios, Puerta de los Cielos para el de verano y Puerta de los hombres para el de invierno, están en relación en el esoterismo cristiano y en la tradición Iniciática con los dos San Juan. La estatua de la Virgen, hace así frente a la salida del sol en el día de la luz más grande y en el que la noche es mas corta. La oscuridad, está como escondida en el instante en que va a recomenzar el lento descenso hacia las tinieblas de la tierra, cuando se abre la Puerta de los hombres.
El cuadrante nordeste, ha tenido siempre una importancia particular, porque es el lugar del alba, el paso entre la noche y el día, lo que nos debe hacer recordar esa “aurora” del Cantar de los Cantares. Se hace ahí una acogida a la conversión por la acogida de la luz naciente. Era el lugar donde se ponía la primera piedra, la piedra fundacional sobre la cual iba a anclarse el edificio. Las piedras de otros ángulos, eran a continuación situadas sucesivamente en el sentido de la marcha aparente del Sol, y es en éste ángulo, donde era elevado el primer muro tras el cual se abrigaría la logia de los albañiles y donde se realizaban los planos necesarios para la construcción y donde se enseñaba el arte del trazado, considerado como un secreto del oficio.
Nuestra Señora la Negra, Aquella que es como la aurora, bella como la noche, (Cant. 6,10), ofrece la posibilidad de acercarse a la verdadera Luz encerrada en las tinieblas (Juan, 1, 5) y de la que Ella es
portadora y está ahí, en la cripta apacible, lista a dar sin medida a quien venga con un corazón puro. “Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”.
La oscuridad, en verdad, corresponde menos a una ausencia de luz que a una luz escondida, y esa luz invisible a los ojos de los insensatos, de los hombres divididos en sí mismos, esta luz no brilla más que para aquellos que han llegado a las misteriosas bodas, a la Bodas de la Unidad.
Cripta, imagen de la gruta. Cripta, lugar oscuro situado en las entrañas de la tierra, figuración del vientre materno que nos lleva de múltiples maneras al concepto arcaico de la Diosa Madre.
Cripta que se sitúa en la frontera del mundo de los vivos y el de los muertos, lugar donde nuestros lejanos ancestros buscaban una comunicación para establecer una especie de continuidad más allá de la temporalidad. Cripta, lugar de excelencia para buscar e intentar reencontrar la paz y la plenitud del alma y el espíritu. ¿No es natural que hayas sido el santuario de la Dama Negra?….. .