Abel


Caín es el hermano mayor de la pareja inicial, pero ese
puesto hubiese correspondido a Abel, ya que Abel es la entidad
espiritual-humana que corresponde a Hesed. Queda así explicado el misterio de
los hermanos mayores que deben ceder sus derechos a los menores, que son
quienes heredan el Reino del Padre. 

Con Caín el orden Divino se alteró, pero
ello sólo constituye una peripecia. Hesed es el heredero del Reino del Padre,
de modo que por muy mayor que sea la estirpe de Caín por su aparición en el
mundo, los derechos de primogenitura corresponden a la estirpe de Abel-Hesed.

Caín y Abel suponen dos voluntades enfrentadas, una dirigida a la conquista del
mundo material y el conocimiento de todas sus leyes; la otra orientada hacia la
conquista de los mundos espirituales. La voluntad que hizo concebir Caín fue
más fuerte que la otra y esa voluntad resultó excluyente, es decir,
“mató” la otra.

Como en la mayoría de los sucesos relatados en la Biblia, es preciso
entenderlo como un proceso interior que tiene lugar cada vez que se concibe una
tendencia. Si el objetivo al generarla está orientada hacia lo material, es
decir, si sólo se desean resultados materiales, si en ellos se encuentra la
pasión egoísta de Nahash, el hijo que nacerá será Caín. Si, por el contrario,
se realiza con un objetivo superior, como podría ser el de adquirir
conocimientos, entonces nacerá Abel. Un Abel que dejará de estar amenazado de
muerte, puesto que con el correr del tiempo la voluntad de Caín se ha temperado
y la misma Biblia nos relata más adelante como Esaú, el hermano mayor, perdonó
a Jacob, el hermano menor.

Pero en ese estadio primordial a que
se refiere el relato bíblico, la voluntad de Adam y Eva, presionados por
Nahash, se orientó hacia la conquista del mundo material y ello los condujo al
Este del Edén, fuera de ese exuberante Paraíso en el que hubiesen podido vivir,
cuyas llaves están en Abel.

Non Nobis

Orden de Sión+++