Caín



El primer hijo de Eva fue Caín, hijo de Samael, la Serpiente. Ello
significa que Caín era de una estirpe superior a la humana. La Imaginación, atributo
de la mujer, había entrado en relaciones íntimas con los rezagados de una
generación superior, que eran los Luciferes, expertos en descifrar la Ley, pero trabajando bajo el dominio
de Binah, el rigor.


A partir de entonces el hombre, llevado por el luciferiano Caín, comprendería
la Ley que rige el Universo con la sola ayuda de sus deseos. Sería el principio
de todos los dramas y sufrimientos, el precio a pagar por su capacidad creadora.


El Génesis nos habla de la seducción de la mujer por parte de la Serpiente. La
palabra que es traducida vulgarmente por serpiente es Nahash, formada por las
letras Noun-He-Shin, y nos describe una espiritualidad corrompida, generada en
los bajos niveles del mundo material (Noun.) Fabre d’Olivet, un traductor
iniciado del Génesis, decía sobre esta palabra: “Nahash quiere decir el
ardor cupido, envidioso, interesado, egoísta, que serpentea en el corazón de
los hombres y lo envuelve en sus repliegues.”


La mujer primordial fue seducida por ese ardor interno
que pusieron en el corazón de los hombres los luciferes.


Lo que interesa ahora recalcar es que Caín es el hijo de la mujer y de una
semi-divinidad corrompida, postergada. Ello dio lugar a una alteración en el
proceso de creación Divina.
El despliegue del potencial Divino exigía que la especie humana, después de
ocupar los centros correspondientes a Kether, Hochmah y Binah, ocupara Hesed.
Pero Caín en lugar de ser el representante humano de Hesed, es el de Gueburah.
Nahash perturbó el orden Divino haciendo que naciera primero el hijo destinado
a nacer después. Así la humanidad fue arrojada del Paraíso sin apenas haber
vivido en él.



(continuará)


Orden de Sión+++