Ya tenemos
pues constituida la pareja humana, tal como funcionará en lo sucesivo.
Kether-Hochmah será el hombre y Kether-Binah la mujer. Nos referimos a la
especie, ya que en lo individual, las sucesivas encarnaciones que el Ego ha
efectuado desde entonces ha propiciado que la vertiente femenina del varón esté
muy potenciada y que la vertiente masculina de la mujer lo esté también.

Así pues, tres son las fuerzas activas en nosotros. De la primera recibimos una
libertad absoluta: Nada se opone al ejercicio de nuestra Voluntad. De la
segunda obtenemos una ayuda Divina, que es como una recompensa a nuestros
esfuerzos y, en virtud de esa Gracia Providencial, nuestra obra alcanza su
grado de perfección. La tercera de esas fuerzas nos obliga a plegarnos a la Ley y, por lo tanto, propicia
que nuestra libertad sólo pueda ser ejercida en actos que sean conformes al
designio Divino. Pero la
Inteligencia de Binah jamás actúa antes, sino después. En la
medida que hayamos abusado de nuestros poderes creadores, nos veremos sometidos
a la Ley.

Hesed

El trabajo
conjunto de Kether-Hochmah-Binah da lugar a una creación. Binah, al oscurecerse
o enfriarse, ha permitido que un mundo existiera en un plano inferior al de
esos tres principios. Esa nueva esfera se conoce con el nombre de Hesed.

Hesed fue el mundo que los Elohim concibieron para el ser humano y en el que
podríamos haber vivido eternamente, pero ya sabemos que fuimos expulsados del Paraíso.

El Centro de
energía llamado Hesed entró en funciones en el cuarto Día de la Creación, que es el
actual. La Divinidad, ya había desplegado entonces todos sus poderes, los
inherentes a Kether, a Hochmah y a Binah. El resultado era Hesed, que encerraba
todos los poderes sagrados y del que emanaban todas las virtudes espirituales.
Hesed es un mundo de libertad; es un espacio en el cual la Gracia ha concentrado todos
sus dones, y es un mundo en el que la
Ley apenas prohíbe nada, tanta es la Bondad que reina en este
sagrado lugar. En una palabra: Hesed es el Paraíso Terrenal.

“Adam y Eva
vivieron allí como reyes absolutos, con dominio sobre los animales y las
cosas”. La interpretación profana de este pasaje bíblico convierte a Adam y Eva
en un hombre y una mujer, pero en realidad, las letras ADM, que dan lugar al
nombre de Adam, significan el Género Humano en la etapa primigenia de su
desarrollo, y Eva significa: el Ser que transmite la Vida. Adam y Eva somos
todos nosotros en un momento de nuestro desarrollo.

La humanidad de ese periodo apenas tenía conciencia de sí misma y obedecía los
imperativos Divinos como un autómata obedece los impulsos eléctricos que
recibe. El ser humano poseía una visión de la Divinidad y actuaba conforme a la
voluntad Divina.

Hubiese quizá
permanecido allí hasta el final de los ciclos evolutivos, pero fue sensible a
la voz de la experiencia, del “Mal”. Hemos visto como los disidentes de la
esfera de Binah fueron precipitados al “abismo” para evitar que
perturbaran los designios Divinos. Este grupo de disidentes transmitió su
herencia, por decirlo de algún modo, a las sucesivas generaciones que
alcanzaron la auto-conciencia en los tres primeros días de la Creación, de modo que en
los Trabajos de cada Día intervenía una categoría de seres cuya situación era
anómala y su actuación contraria a los planes del Creador.

En la época
paradisíaca aparecieron pues los Luciferinos, que como sabemos eran un grupo de
rezagados de la generación de los Ángeles, la que conquistó el nivel humano en
el tercer Día de la
Creación. Para asegurar su propia evolución, los Luciferinos
decidieron “ayudar” al hombre, instruyéndolo en todo lo referente a
las funciones creadoras. “Si comes esta fruta, -le dijeron-, serás como
Dios”.

Esto significa que cada vez que uno se encuentra en el Paraíso, es decir,
disfrutando de un descanso, de una situación de relax, de un alto en el camino,
aparece un luciferino para tocarnos las narices.

Pero conviene recordar que actúan movidos por nuestra propia voluntad. Se
produce la misma situación cuando nos echamos a dormir la siesta y le pedimos a
la pareja que nos despierte al cabo de media hora. Cuando ejecute nuestro
mandato, estaremos en el paraíso y su intervención puede molestarnos, pero ha
sido generada por nuestra propia necesidad de levantarnos y continuar la
evolución.

Se ha
especulado mucho sobre el sentido de la “fruta prohibida”. Pero todo
ello encierra un misterio muy sencillo de entender. La esfera de Hesed, tal
como hemos comentado, es el resultado de la acción de los tres centros
superiores, Kether-Hochmah-Binah. Se ha visto como este último tuvo que
renunciar a parte de la luz que le correspondía para poder engendrar una vida
inferior a sí mismo (al igual que la madre cede los elementos de su cuerpo al
feto que lleva en su interior.) Ese aspecto de renuncia, de restricción, Binah
lo proyecta a todo lo que sale de su esfera, de modo que en ese Paraíso era
natural que existiera una restricción, inherente a la participación de Binah.
Así pues, Dios tenía necesariamente que prohibir algo a la primitiva humanidad.
Sucede lo mismo en el momento que prohibimos a nuestros hijos que falten al
colegio, por ejemplo.

(continuará)

Orden de Sión+++