Azufre,
mercurio y sal corresponden pues a propiedades activas en cada uno de nosotros
y que se manifiestan como voluntad, sabiduría e inteligencia que discierne. Es
difícil que el azufre de Kether pueda manifestarse en nosotros en toda su
pureza porque representa la suprema unidad, mientras que los hombres estamos
divididos en sexos, sin constituir aún vehículos apropiados para la
manifestación de la unidad. Desde la cúspide del triángulo supremo, Kether se
manifiesta a través de Hochmah o a través de Binah.

Voluntad-Providencia-Inteligencia: En esas tres palabras se encuentra la clave de nuestra existencia. La Voluntad es una fuerza
que nos convierte en seres totalmente libres. Cuando la voluntad se pone en
marcha, las circunstancias a nuestro alrededor empiezan a moverse y a
configurarse de acuerdo con ella.

Cuando nuestra Voluntad ha actuado, la fuerza providencial se pone en juego
automáticamente y dispara su chorro de luz para llevar a la madurez y a la
perfección aquello que la
Voluntad ha puesto en marcha. Si la Voluntad deja de actuar,
tampoco la Providencia
lo hace, ya que son dos fuerzas dependientes la una de la otra. Éste es un
punto de aprendizaje fundamental. Sin la Voluntad, la vida se parecerá a esas aguas
estancadas en las que todos los parásitos anidan.
Así es. Pero
en ciertos momentos necesitamos detenernos a reflexionar, parar el tren de
nuestra vida para considerar aspectos profundos de nuestra personalidad y es
correcto que lo hagamos. El dato relevante es comprender que después de esa
parada es preciso poner en marcha la fuerza de voluntad para que el tren
continúe su camino de evolución.

Por ejemplo, para salir del estado que llamamos depresión, se requiere un
esfuerzo de voluntad. En el ámbito simbólico, una de las principales causas de
las depresiones es la necesidad que la persona tiene de cambiar su estilo de
vida, su forma de enfocar los problemas y las situaciones cotidianas. Las
personas sienten que sus miembros se paralizan, se niegan a responder, cuando
tratan de volver a la carga, de seguir por la misma senda que les ha conducido
a la depresión. En cambio, cuando son capaces de mirar un poco más allá de sus
problemas, de levantar la vista y darse cuenta del nuevo paisaje que tienen
delante, ponen en marcha la voluntad y consiguen su victoria personal.

La unión
Kether-Hochmah da como resultado una voluntad expansiva luminosa, que incita al
individuo a crear mundos y más mundos, utilizando la prerrogativa Divina de
expandirse ilimitadamente. Esta facultad sería interiorizada en el elemento
varón, dotándolo de simiente generadora que permite la reproducción en el mundo
físico y que es al mismo tiempo signo anunciador de fecundidad en el mundo
espiritual.

El tercer centro de energía interiorizado en nosotros se encarga de aplicar la Ley. Si la voluntad ha actuado de una manera arbitraria y errónea; si la Providencia ha llevado
a la perfección algo que es inadecuado a los ojos de la Divinidad,
Binah-Inteligencia se encarga de llevarnos a comprender que nos hemos
equivocado y con sus correcciones nos enseña a utilizar la Voluntad de conformidad
con la Ley Divina.

La unión de
Kether-Binah da como resultado una voluntad conservadora que aprisiona en sí
las cualidades ígneas de Kether-Azufre para dar lugar a una creación selectiva,
es decir, creación de elementos conformes a su propia naturaleza y limitados a
ciertos condicionamientos. Esto nos permite comprender el misterio de la
sexualidad; comprender el impulso del varón a generar de forma indiscriminada,
mientras que la mujer, cuando sus propiedades esenciales están en orden, lo
ejecuta de forma selectiva, con un varón objeto de elección previa. Por otra
parte, mientras el varón en el espacio de nueve meses puede generar una
cantidad indeterminada de hijos, la mujer debe contentarse con generar uno, o a
lo sumo dos, si excluimos los fenómenos de fertilizaciones artificiales.

(continuará)

Orden de Sión+++