He aquí un resumen de la Ley de la Vida. Esta frase es tan clara, como la Ley expresada es sencilla e inflexible en su acción. Este principio formulado por la Bienaventuranza, ha de hacerse en el campo del pensamiento, ya que lo importante es que seamos mentalmente misericordiosos, ya que las buenas acciones, sin este pensamiento, es pura hipocresía. No sirve ni al que da ni al que recibe, sin embargo, un pensamiento bueno hacia nuestro prójimo, lo bendice espiritual, mental y materialmente, y nos bendice a nosotros al mismo tiempo.
Seamos misericordiosos al juzgar a nuestro prójimo, porque todos somos uno y cuando más grande sea su error, más grande deberá ser nuestro deber en ayudarle con el pensamiento adecuado. Tan pronto como comprendamos el poder del pensamiento espiritual (la Verdad del Cristo), adquiriremos una responsabilidad que otros no tienen y no podemos evadir ni eludir. Cuando tengamos evidencia de la falta de nuestro prójimo, recordemos que el Cristo que está en él o ella, clama por el socorro de nosotros que estamos iluminados; así que seamos misericordiosos, ya que esa misma misericordia, la recibiremos nosotros de los que están más adelantados en el camino.