Aporta: Soror J.G.++

  La transparencia a la Verdad se cultiva cuando la conciencia –el sentimiento del corazón y el raciocinio de la mente­- se liberan de las influencias dualistas de la atracción y la repulsión.

  La realidad no puede reflejarse fielmente en una conciencia agitada por los gustos o aversiones, con sus inquietos deseos y pasiones y las irritaciones emocionales que éstos engendran: la ira, los celos, la avaricia, y la caprichosa susceptibilidad. En cambio cuando el conocimiento y el sentimiento del hombre se aquieta mediante la meditación, el ego, – que de ordinario se encuentra en estado de agitación – cede el paso a la bienaventurada serenidad de la percepción del Alma.

  La pureza de intelecto otorga al ser humano la facultad de razonar acertadamente, pero la pureza de corazón la brinda el contacto con Dios. La capacidad intelectual es una cualidad del poder de razonamiento, la sabiduría es la cualidad liberadora que posee el alma. Cuando la razón se purifica por medio del sereno discernimiento, se transforma en sabiduría. La sabiduría pura y el divino entendimiento de un corazón puro son dos aspectos de la misma facultad. En efecto, la pureza de corazón o de sentimiento a la que hace referencia Jesús se basa en que todas las acciones y el comportamiento humano sean modelados por las sagradas cualidades del alma: el amor, la misericordia, el servicio, el autocontrol, la autodisciplina, la conciencia moral y la intuición. La visión pura de la sabiduría debe combinarse con el sentimiento inmaculado que proviene del corazón. La sabiduría revea el camino correcto, y el corazón purificado desea y ama seguir el sendero. Todas las cualidades del alma reveladas por la sabiduría deben seguirse de todo corazón y no sólo de forma teórica o intelectual.

  La ocluida visión del hombre común le permite distinguir la densa corteza de la materia, pero es ciega al Espíritu omnipresente. La perfecta combinación del discernimiento puro y el sentimiento puro, abre el ojo penetrante de la intuición que todo lo revela, y logra en verdad percibir la presencia de Dios tanto en su alma como en todos los seres, pues Él es el Dios Morador, cuya naturaleza es una armoniosa combinación de sabiduría y amor infinitos.

  “BIENAVENTURADOS LOS LIMPIOS DE CORAZÓN PORQUE ELLOS VERAN A DIOS”