Los Evangelios sinópticos, dejan constancia en varias páginas, de las acusaciones y reproches hechos a Jesús por los fariseos, a propósito de la conducta o actitudes de sus discípulos o de Él mismo, por ser atentatorios contra los preceptos de los antiguos, la llamada “Tradición de los Mayores”, de transmisión oral, que ellos custodiaban y practicaban, y que valoraban tanto cómo la misma Ley de Moisés. Por ejemplo:
El Ayuno
Narra Marcos, que los fariseos se dirigieron a Jesús: “Por qué los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan y los tuyos no?”. El ayuno, un signo de duelo por los pecados, era practicado por los fariseos como una virtud necesaria, practicado por los fariseos al menos dos veces por semana. No observarlo, implicaba violar una costumbre impuesta por la tradición.
La respuesta que les dio Jesús: “¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos?”. Mostraba que el sentido de la presencia del novio, hacía que la vida tuviera dimensión de fiesta y celebración. Una manera nueva y gozosa de afrontar la historia. No había razón para la tristeza, dada Su presencia. Cuando llegue Su ausencia, entonces vendrá el ayuno.
No se trataba pues, de una mera privación de alimentos, sino de hacer que esa abstención fuera signo de un cambio interior, un corazón desprendido. Porque esta novedad de vida, requiera una interioridad distinta: “A vino nuevo, odres nuevos” . Esta referencia a un cambio interior, fue una constante en la preocupación de Jesús, dada la propensión meramente casuística de los fariseos.
( continuará)
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