El Grial es omnipresente y se halla en el espíritu y el alma de las personas impecables, pero en los relatos y publicaciones, había que darle un lugar de emplazamiento físico donde morar, ya sea invisible o manifestado. Generalmente, el Grial dice encontrarse en un castillo o fortaleza, invariablemente con un acceso casi imposible y ubicado en lo alto de una montaña. Se supone que las personas capaces de hallar este sitio, deben ser puros del alma y en la obra Parzifal, indica que solamente los bautizados pueden emprender su búsqueda. En varios textos, el lugar donde dice hallarse la sede del Grial, se llama en el idioma alemán Munsalvaesche (Monte de la Salvación).
“Sólo un castillo se alza completamente solitario, suprema recompensa del deseo terrenal. Quien expresa y afanosamente quiere buscarlo, jamás, por desgracia, lo encuentra y sin embargo, son muchos los que por Él se afanan. Aún os es desconocido, Señor, su nombre es Muntsalvach”.
Tal sede, siempre es defendida por los caballeros templarios, quienes custodian el Grial e impiden la entrada a todo aquel cuyo nombre no esté inscripto en la base de la piedra celestial. Tan buena prueba y firme guardia hacen los caballeros de esta región, que ni con fraude ni artimaña puede franquearse la zona de la montaña. Según textos posteriores a los de Wolfram, el Grial se hallaría ubicado en un castillo en las alturas de un monte inaccesible, ocultado por las nubes.
El caballero que logra acercarse a ese mágico lugar, sin duda debe ser guiado por los propios ángeles. El jinete observará de frente la enorme fortaleza y sobre ésta se dibujará una maravillosa aparición: El Santo Grial, que se halla suspendido sobre Su palacio, como sostenido por manos arcangélicas y su luminosidad inunda las nubes circundantes. Semejante espectáculo premia a la persona pura, quien jamás se arrepentirá de haber llegado a esa instancia, viviendo un instante que dura mil años, y esa persona estará en paz consigo mismo y sobre todo con Dios.
(continuará)
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