En el trascurso de la
evolución, el hombre ha trascendido la etapa vegetal, cuyo poder creador se
limita al mundo físico, y se asemeja a los dioses en que posee poder creador en
los planos físicos y mental, con libre albedrío e inteligencia para dirigir su
poder.
Se obtuvo este resultado
desglosando la mitad de la energía sexual y dirigiéndola hacia arriba para
construir el cerebro y la laringe, órgano que todavía están alimentados y
nutridos por la realzada mitad de la energía sexual.
Pero mientras los dioses
emplean toda su fuerza creadora en propósitos altruistas con el poder de la
mente, todavía el hombre desperdicia la mitad de su fuerza creadora en los
deseos y placeres sensuales.
Por lo tanto, quien aspire a
ser como los dioses debe aprender a dirigir hacia arriba toda su energía
creadora y emplearla enteramente según las órdenes de la inteligencia. Sólo así
podrá el hombre ser como los dioses y crear por el poder de su mente y de la Magna Palabra que
equivalga al fiat creador.
Recuerde el hombre que un
tiempo fue hermafrodita como la planta y capaz de procrear por sí mismo. Mire
ahora el porvenir a través de las perspectivas del pasado y advierta que su
presente condición unisexual es tan sólo una temporal fase de evolución y que
en futuros tiempos ha de dirigir toda su energía creadora hacia lo alto, de
modo que será espiritualmente hermafrodita, y capaz de plasmar sus ideas y
enunciar la viviente palabra que les infunda vida y las haga vibrar con vital
energía. Así expresada la dual energía creadora por medio del cerebro y la
laringe es el elixir de vida que brota de la piedra viva del filósofo
espiritualmente hermafrodita.
El alquímico proceso de
enardecer y realzar esta energía se efectúa en la columna vertebral, donde se
hallan la sal, el azufre, el mercurio y el ázoe. Los nobles y altos
pensamientos, la meditación sobre puntos espirituales y el altruismo
manifestado en la vida cotidiana ponen incandescente la médula espinal.

(continuará)

Orden de Sión+++