Cuando la mitad de la energía
sexual del hombre se desglosó para construir el cerebro, quedose desvalido e
ignorante de cómo dominar su condición. Ni siquiera sabía conocer las
dificultades y la humanidad hubiera perecido de no recibir ajeno auxilio. En consecuencia,
los ángeles lunares, que eran los guardianes de la humanidad, congregaban
periódicamente los sexos en espaciosos templos, cuando las interplanetarias
líneas de fuerza eran propicias a la procreación, y así perpetuaban la raza
humana. 

También se resolvió que una vez acabado de construir el cerebro, los
Señores de Mercurio, Hermanos Mayores de nuestra humanidad y de excelsa
inteligencia, nos enseñarían a usar la mente y darle creadora eficacia, de modo
que ya no dependeríamos por más tiempo del prevaleciente procedimiento de
generación sexual. Así, por obra de dichas dos grandes Jerarquías se había de
alzar la humanidad de la inconsciencia hasta la primera tea de la inteligencia
creadora, desde la planta hasta el dios.
También sabemos que frustraron
este plan los espíritus de Lucifer, los rezagados de la humanidad del período
lunar, que moran en el planeta Marte. Necesitaban estos espíritus un físico
cuerpo de acción; pero como de por sí eran incapaces de crearlo, movioles el
egoísmo a enseñar a la humanidad la manera de por la cooperación de sexos crear
en cualquier tiempo un nuevo cuerpo; y a fin de que hubiera incentivo para
ello, infundieron en el linaje humano la  pasional naturaleza que hoy
poseemos.
Así los antiguos alquimistas
designaron con el nombre de Sal a los Angeles de la Luna que gobiernan las
salobres mareas. Observaron que para las funciones de la mente es necesaria
cierta cantidad de sal en la sangre, así como el exceso de sal ocasiona la
demencia, según demuestra la experiencia de los náufragos que se volvieron
locos o lunáticos por haber bebido el agua marina que contiene el lunar
elemento Sal. Por este motivo relacionaban los alquimistas la Luna con la mente.
Los ígneos espíritus de Lucifer
que tan funestamente habían intervenido en la evolución del hombre se asociaron
con el ígneo elemento Azufre. A los alquimistas decían que la continua
inhalación de este elemento desvanecía al hombre y lo mataba. De la propia
suerte, el hombre espiritual queda inconsciente y muere para los mundos
espirituales si se asimilan las enseñanzas que le imbuyen los espíritus de
Lucifer.

(continuará)

Orden de Sión+++