Jesús ante Anás.

Después de prenderlo, lo llevaron ante Anás, porque su suego, Caifás, era el Sumo Sacerdote aquel año.
Pedro, que había quedado en los alrededores, fue preguntado por tres veces, ¿No eres tu uno que va con Jesús?. No lo soy, no conozco de nada a ese hombre.


Señor, ¡cuantas veces somos Pedro!. Te negamos tantas, tantas, tantas veces…..

Anás pregunta a Jesús acerca de Su doctrina. Él le dice: Siempre he hablado en la Sinagoga y en el templo, ¿por qué me interrogas a mi?, pregunta a los que me han oído, ellos saben lo que he dicho.
¡Así respondes al Sumo Sacerdote?. Y le dio el judío una bofetada.
Dice Jesús: SI he faltado al hablar, muestrame en qué, si no ¿por qué me pegas?.
Entonces Anás lo mandó a Caifás.

Jesús vuelve ante Caifás que lo llevan ante Pilatos. Se quedaron en el pretorio para no cometer impureza y poder así comer la Pascua.

Salió Pilatos y les dijo: ¿De qué acusáis a este hombre?.

Si no fuera un malhechor no te lo entregaríamos.

Lleváoslo y juzgadlo según vuestra Ley.

No estamos autorizados a dar muerte a nadie

Dijo Pilatos de Jesús ¿Eres tú el rey de los judíos?.

Tu lo dices, YO SOY rey y he venido al mundo para ser testigo de la Verdad.

Entonces Pilatos lo mandó azotar.
Tus azotes son nuestros malos actos, nuestras malas palabras, nuestros perversos pensamientos. ¡Perdona a tu pueblo, Señor!.

Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza.

Después, le echaron por encima un manto de color púrpura y le decían ¡Salve, rey de los judíos!. Y le daban bofetadas y se burlaban de Él.
Esa corona rodeando tu cabeza…. ¿como empleamos nuestra inteligencia?
Nos parece imposible como se burlaban de ti. Pero, ¿caemos en la cuenta de que nosotros también lo hacemos cuando abandonamos al débil, al indefenso, a las personas con discapacidad, a los ancianos, a las mujeres, a los inmigrantes….?

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