El sepulcro vacío
Si Jesús resucitado es la Luz del mundo, Su bendita Madre es la aurora que anticipa y anuncia el esplendor de esa Luz. Cuando María ve el sepulcro y como en él estaba colocado el cuerpo de Su Hijo, Ella esperó la fidelidad y el consuelo a Su dolor sumida en la esperanza de la fidelidad de Dios. En medio de las tinieblas, María es la única Luz encendida sobre la Tierra, en quien había nacido la sabiduría. Ella, la Virgen fuerte y fiel, la causa de nuestra alegría y el refugio de todos los pecadores que no acaban de creer.
Lo que vieron Pedro y Juan cuando llegaron al sepulcro, bastó para convencerles de que el cadáver de Jesús no había sido robado, pues en caso de robo, no había motivo para librar las vendas ni plegar tan cuidadosamente el sudario y ponerlo aparte. El suceso era tan extraordinario y misterioso, que solamente la evidencia del hecho pudo convencerles de que efectivamente, Jesús había resucitado.
La tarde de Pascua, Jesús resucitado acompañaba a dos de sus discípulos que iban a la aldea de Emaús. Ellos no se daban cuenta de que Él caminaba a su lado. También nosotros a veces, no somos conscientes de que Cristo nos acompaña, porque solo la Cruz y la Gloria de Jesús resucitado, pueden dar paz a la conciencia del hombre y la mujer de nuestro tiempo. Y es que la vida de los que creemos en el Señor no termina, se transforma de tal modo que como afirmaba Santa Ángela de la Cruz, “cuando la criatura se reduce a la nada, Dios obra en ella grandes maravillas”.
El cielo y la tierra pasarán, pero las palabras de Cristo no pasarán. Resucitado nos da la paz y nos invita a la unidad para que se cumpla Su Palabra. Hermanos y Hermanas que habéis seguido este trabajo sobre la Pasión de Cristo: Id al mundo entero, anunciad el Evangelio. Cristo ha resucitado de entre los muertos y el sepulcro vacío es el signo de la victoria definitiva, de la verdad sobre la mentira, del bien sobre el mal, de la vida sobre la muerte. El sepulcro vacío es, por tanto, signo de esperanza que no defrauda.
Dios resucitó a Jesús
El sagrado cuerpo de Jesús, envuelto en la mortaja y rodeado de luz, reposaba entre dos ángeles que continuamente le adoraban, uno a la cabeza y otro a los pies, desde que había sido depositado en el sepulcro. El alma de Cristo, acompañada de las almas de los Patriarcas, entró al sepulcro a través de la piedra y les mostró todas las heridas de Su cuerpo.
La mortaja pareció abrirse y el cuerpo de Jesucristo apareció a sus ojos cubierto de llagas. Era como si la Divinidad que habitaba en Él, hubiese mostrado a esas almas, misteriosamente, todo Su martirio. Parecía como si el alma de Jesús, sin estar todavía unida completamente a Su cuerpo, saliese del sepulcro en Él y con Él.
Los ángeles adoradores levantaban Su cuerpo desnudo y herido e iban al cielo atravesando la piedra de la entrada. Jesús presentaba Su cuerpo , marcado con los estigmas de la Pasión, ante Su Padre celestial, sentado en un trono, entre coros innumerables de arcángeles. En ese instante, el sepulcro de la roca fue violentamente sacudido y los soldados que montaban guardia, cayeron al suelo casi sin conocimiento. Jesús, en Su sagrado cuerpo, se apareció delante de Su Madre, flanqueado por los dos ángeles del sepulcro y seguido por una multitud de almas liberadas, escuchando María lo que Jesús había hecho y le anunció que iba a resucitar y a reunirse con ella con su cuerpo transfigurado.
Todo el suplicio de Jesús fue mostrado a las almas en sus más pequeños detalles. Los ángeles, recogían todas las partes de su sustancia sagrada que había sido arrancada de Su cuerpo. El cuerpo de Jesús reposaba otra vez en el sepulcro y los ángeles restituían de modo misterioso, todo lo que los verdugos e instrumentos habían arrancado de Su carne mortal. Estaba resplandeciente en Su sudario. El alma del Señor, atravesó la piedra y se unió con Su sagrado cuerpo. Sus miembros se movieron y el cuerpo de Cristo, unido para siempre con Su alma y Su Divinidad, salió de Su mortaja brillante de luz. La tierra tembló y uno de los ángeles se precipitó del cielo al sepulcro como un rayo, apartó la piedra de la entrada y se sentó sobre ella.
La Resurrección de Jesús, es un misterio que no termina en Cristo, sino que el salvador realiza en Su Resurrección la humanidad nueva, porque sigue resucitando en cada hombre, que al incorporarse a esa resurrección, entra a formar parte de esa humanidad nueva que cristo ha inaugurado y que no vencerá la muerte. Por tanto esa Resurrección, es el fundamento de la fe cristiana y la victoria sobre la muerte se llama en efecto Resurrección y en consecuencia, la Pascua significa vivir a partir de la Resurrección. Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe, vana nuestra predicación. Seremos falsos testigos de Dios porque contra Dios testificamos que ha resucitado. Pero no, Cristo ha resucitado y así como por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la Resurrección, porque en Cristo, todos somos vivificados.
(continuará)
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