La unción en Betania
Seis días antes de la Pascua, el sábado víspera de la entrada en Jerusalén,  vino  Jesús  a  Betania  donde  estaba  Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dispusieron allí una cena y María le servía y Lázaro era de los que estaba a la mesa con Él. María, tomando una libra de ungüento de nardo legítimo, de gran valor, ungió los pies de Jesús y los enjugó con sus cabellos y la casa se llenó del olor del nardo. Judas Iscariote, dijo: “¿Por qué este ungüento no se vendió en trescientos denarios y se le dio a los pobres?”. Esto decía no por amor a los pobres, sino porque era ladrón y levando él la bolsa, hurtaba de lo que en ella echaban. Pero Jesús le dijo: “¡Déjala!, lo tenía guardado para el día de mi sepultura. Porque los pobres siempre los tendréis con vosotros, pero a Mi no me tendréis siempre. En verdad os digo, donde quiera que sea predicado este Evangelio en todo el mundo, se hablará también de lo que ha hecho ésta para memoria suya”.
La traición de Judas
Se reunieron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del Pontífice, llamado Caifás, y tomaron consejo entre sí, sobre el modo de apoderarse de Jesús con engaño para darle muerte. Pero se decían: “Que no sea durante la fiesta, no vaya a alborotarse el pueblo”. Entonces uno de los doce, llamado Judas Iscariote, fue a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: “¿Qué me queréis dar si os lo entrego?”. Se convinieron en treinta monedas de plata y desde entonces, buscaban ocasión para entregarle.
Entonces entró Satanás en Judas y fue a los príncipes de los sacerdotes y los oficiales sobre la mejor manera de prender a Jesús. Ellos se alegraron y convinieron con él en darle el dinero y puestos de acuerdo, buscaban la ocasión para entregarlo sin hacer ruido. En consecuencia, la conspiración contra Jesús, nace de una parte de los escribas y fariseos, así como de los príncipes de los sacerdotes y ancianos del pueblo y de otra, de Judas Iscariote. Por tanto, era necesaria la detención de Jesús, propiciada por Judas. Sin embargo, tanto la conspiración de los judíos como la traición de Judas fueron anunciadas por Jesús.
  
El borriquillo de Betfagé
Cuando próximos ya a Jerusalén, llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, y envió Jesús a dos discípulos diciéndoles: “Id a la aldea que está enfrente, y  luego encontraréis una borrica atada y con ella al pollino. Soltadlos y traédmelos, y si algo os dijeren, diréis: “El Señor los necesita, y al instante los dejarán. Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta: “Decid a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de una bestia de carga”.
Fueron los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús, y trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre ellos los mantos y encima de ellos montó Jesús. Los más de entre la turba desplegaban sus mantos por el camino, mientras que otros, cortando ramos de árboles, los extendían por la calzada.
(continuará)
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