Autora: Hna. L.G.+

Dios, que estaba ocupado en crear a las madres,
llevaba ya seis días trabajando horas extraordinarias cuando un Ángel se le
acercó y le dijo:
– Te afanas demasiado, Señor.

Y el Señor repuso:
– ¿Acaso no has leído las especificaciones que
debe llenar el pedido?
Esta criatura tiene que ser lavable de pies a
cabeza; pero sin ser de plástico; llevar 180 piezas movibles, todas
reemplazables, funcionan a base de café negro y de las horas de la comida,
poseer un regazo que desaparezca cuando se ponga de pie; un beso capaz de curar
todo, desde una pierna rota hasta un amor frustrado, y seis pares de manos….
Y el ángel confundido, observó:
¿Seis pares de manos? Eso no es posible.
No son las manos el problema – agregó el Señor-,
sino los tres pares de ojos.
-¿ Y eso es para el modelo normal? – inquirió el
Ángel.
El Creador asintió.
Uno para ver a través de la puerta siempre que
pregunta: “¡Niños!
¿Qué andan haciendo ahí adentro?”. Aunque ya lo
sepa muy bien.
Otro detrás de la cabeza para ver lo que más le
valiera ignorar pero que precisa saber y, desde luego, los de adelante, para
mirar a un niño en apuros y decirle, sin pronunciar siquiera una palabra:
“Ya entiendo, hijo y te quiero mucho”.

El Ángel le tiró de la manga y advirtió
mansamente:
– Vale más que te vayas a la cama, Señor; mañana
será otro día……
Cuando enferma, que es capaz de alimentar a una
familia de siete personas con sólo medio kilo de carne molida y de persuadir a
un chiquillo de nueve años para que se esté quieto mientras lo baña.
Lentamente, el Ángel dio la vuelta en torno de
uno de los modelos maternales.

– Me parece demasiado delicada – comentó con un
suspiro.

– ¡Pero es muy resistente! – aseguró Dios,
emocionado – No tienes idea de lo que es capaz de hacer y de sobrellevar.

– ¿Podrá pensar?

– Claro, y razonar y transigir.

Por último, el Ángel se inclinó y pasó un dedo
por la mejilla del modelo.

– ¡Tiene una fuga! – No es fuga – Es una
lágrima.

– ¿Y para qué sirve?

Para expresar gozo, aflicción, desengaño,
pesadumbre, soledad y orgullo.

– Eres un genio, Señor. Y Dios, con un perfil de
tristeza, observó:
Yo, no se la puse.

Non Nobis

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