Cierto día en su caminar, Perceval llega a un castillo de ensueño, donde habita una bella joven llamada Blancaflor y al verla, recuerda los consejos de su madre y su maestro Gornemant, con lo que no dice ni una palabra, así que la muchacha se cree que es mudo. Cuando al fin se decide a hablar, solo dice que es un aspirante a caballero. Ambos, poco a poco, comienzan a entenderse y ella le cuenta que hay enemigos que quieren echarla de su castillo y sus tierras. Éstos son Clamadien y Aquinguerón. Él se compadece de la joven y a sentir amor por ella, que también le corresponde, hasta que acaban compartiendo alcoba hasta el día siguiente. Por la mañana, el decide enfrentarse con los enemigos de su amada y va hacia las tierras del malvado personaje, enfrentándose a ellos y venciéndoles, ordenándoles que se dirijan a la corte de Arturo y se entreguen como prisioneros.
La relación entre los jóvenes sigue adelante y viven un tiempo de intenso romance, pero algo empieza a producir en él una gran desazón y es el remordimiento de haber abandonado a su madre, a pesar de haberla visto caer inconsciente.
Esta inquietud aumenta y se decide a partir sin destino, solo con la idea de cumplir el objetivo trazado, despidiéndose de su amada. A partir e ahora, será un caballero errante, que vencerá a los que le reten y los enviará como prisioneros a Arturo.
La aparición del Grial
Perceval llega un día a un tenebroso lugar llamado “tierra desolada”. Es un terreno estéril, donde no crecen ni las hierbas, con un cielo siempre nublado. Se cuenta que una gran maldición recae en estos campos y que podría liberarse con un simple conjuro. El joven recorre el páramo yerto y a su paso encuentra un río y en él una barca que se acerca. En ella va un anciano muy desmejorado que le saluda amablemente. Se trata del Rey Pescador, quien halla en la pesca lo único placentero que le ofrece su reino. El rey dice a Perceval que debe dirigirse al castillo del Grial y le indica como puede llegar a él, tomando la marcha hacia ese lugar. Al llegar, el puente levadizo está bajado por lo que puede entrar, pasando a una gran sala donde se encuentra de nuevo con el Rey Pescador recostado en una especie de lecho, invitando al joven a hacer lo mismo, comenzando una amigable charla. Llega un momento, en el que el rey le entrega una importante espada diciéndole que solo él podrá manejarla, con la advertencia de que si la utiliza mal, se le quebrará en las manos.
Entonces entra un sirviente con una brillante lanza en sus manos, que se le acerca, observando Perceval que en la punta hay una gota de sangre que se desliza hasta las manos de éste. En ese momento, llegan otros dos sirvientes con lámparas de oro y piedras preciosas con diez velas encendidas y detrás va una bella joven vestida lujosamente, portando en sus manos un Grial que emana una luz deslumbrante, siendo de oro puro con bellas piedras. Detrás de la joven, va otra con un tejedor de plata. Todos avanzan por delante de ellos y pasan a otra habitación, dejando a Perceval muy impresionado por todo esto. Después, se ofrece un gran banquete en el salón donde está el Grial, que todo lo ilumina. Perceval como y bebe tanto, que empieza a marearse, llegando a un estado de somnolencia que acaba por dormirse. Cuando despierta, mira alrededor y ve asombrado que el castillo está completamente vacío, por lo que se dispone a salir, y cuando atraviesa el puente levadizo, éste se alza, por lo que parece que el castillo del Grial se cierra para siempre, así que monta su caballo y se aleja de allí.
Ya en el bosque, se encuentra a una muchacha llorando y a sus pies hay un hombre muerto, pues ha sido decapitado. Cuando ella lo mira le reconoce y le dice: “Eres Perceval el galés, mi primo”. Para él es una sorpresa, se refirieron a su persona como el hijo de la dama viuda. La prima parece saber mucho de él y que le habían enseñado a no preguntar y le dice que al no haberlo hecho en el castillo, preguntando
¿qué es el Grial?, hizo que persistiera la maldición sobre aquellas tierras.
De haberlo hecho, el Rey Pescador se habría curado y los campos se habrían vuelto prósperos, y le añade que su fracaso se debe al abandono que hizo a su madre. Su prima, luego de hacerle algunas precisiones sobre la espada que el rey le regaló, se despide y él reanuda su viaje.
Perceval se encuentra en las proximidades del castillo del rey Arturo, en n paisaje nevado, y ve que un halcón hiere a un pato y de allí mana mucha sangre, cayendo tres gotas sobre la nieve y Perceval se asombra, ya que le recuerdan el rostro de Blancafor, quedándose clavado en el sitio varios días. En la corte se enteran y llega a oídos de Arturo que envía a algunos de sus caballeros a rescatarle, pero no lo consiguen, pues los recibe a empujones y tan solo uno puede tocar su corazón y lo convence a que deje el lugar y se vaya a Camelot, donde al fin es nombrado caballero.
Un día llega a Camelot la fea anciana de la mula, tullida, grotesca y de espantoso rostro. Ella cuando ve a Perceval, empieza a insultarlo, acusándole de no haber formulado la pregunta al Rey Pescador, por lo que le culpa de que persista la maldición. Luego, le cuenta a todos los caballeros la historia de una joven prisionera en el castillo de Montesclaire y que es necesario rescatarla de temibles guerreros, para lo cual todos se ofrecen, siendo Gwain el elegido para la misión.
Perceval entristecido, decide volver al castillo del Grial para enmendar su fracaso y ahora si quiere saber que es el Grial, a quien sirve, y hallar la lanza sangrante. Se marchan los dos caballeros don destinos diferentes y la búsqueda de Perceval dura cinco años y en su caminar, vence a todos los caballeros con los que se encuentra, hasta que da con un poblado, donde todos sus habitantes le reprochan vaya tan armado en fechas religiosas tan importantes, pues es Viernes Santo, así que le obligan a hacer penitencia visitando a un ermitaño.
Este resulta ser su tío, que le reprocha la muerte de su madre. Luego le hace algunas precisiones sobre el Grial y le enseña una oración que contiene muchos de los nombres de Dios. Al terminar el encuentro, Perceval marcha de nuevo en busca del castillo del Grial con mayor fuerza, y a partir de aquí, no se vuelve a mencionar el Grial en toda la obra.