En cuanto al infinito, no podemos encontrarlo, no se conocen las huellas Divinas. No solo Sus pensamientos y planes son inescrutables, sino que hace grandes cosas y maravillas. Dios es grande, no lo comprendemos, ni podemos contar el tiempo de Su existencia. Él es el Alma Suprema, la Mente Primordial y el Espíritu Ilimitado de toda la Creación. Con Dios, todas las cosas son posibles, Dios, no es un accidente cósmico, ni un experimentador del Universo. Los Soberanos del Universo, pueden emprender aventuras, los Padres de las Constelaciones, pueden hacer experimentos y practicar, pero el Padre Universal, ve el fín desde el principio, Su plan y Su propósito abarcan y comprenden todos los experimentos y todas las aventuras de Sus hijos en todos los mundos, sistemas y constelaciones.

Él, habita en el círculo de la eternidad, no tiene principio ni fin, Él es el único y grande YO SOY.. El Padre Universal infinito, tiene todos los atributos, y este hecho, le separa automáticamente de toda relación personal directa con los seres materiales finitos. Y esto, requiere arreglos para establecer contactos y comunicación con Sus múltiples criaturas, tales como han sido establecidos, primero en las personalidades de los Hijos de Dios Paradisíacos, quienes, aunque perfectos en Divinidad, también participan a menudo de la naturaleza de la carne de las razas planetarias, haciéndose uno de nosotros.

De este modo, Dios se hace hombre, como ocurrió en la encarnación del Cristo, que fue llamado Hijo de Dios e Hijo del Hombre. También existen las personalidades del Espíritu Infinito, que son las llamadas Huestes Seráficas y otras inteligencias superiores, que se acercan a los seres materiales de origen inferior para servirles.

Así mismo, existen los impersonales Monitores Misteriosos, los Ajustadores del Pensamiento, el don auténtico del gran Dios mismo, enviados para morar en seres como los humanos, sin anuncio ni explicación. Descienden de las alturas de la gloria para favorecer y morar en las mentes humanas de los mortales, que poseen la capacidad de tener conciencia de Dios o potencialidad para ello.

De este modo y otros muchos, que escapan a la comprensión finita, el Padre voluntaria y amorosamente, modifica, diluye y atenúa Su Infinitud a fin de poder acercarse a Sus criaturas. El Padre comparte la Divinidad y la eternidad, con un gran número de seres elevados del Paraíso y por eso decimos que en Él vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.

LA PERFECCION ETERNA DEL PADRE

El Padre Universal, no se arrepiente de Sus propósitos originales de sabiduría y perfección. La perfección primordial de Dios, no consiste en una rectitud asumida, sino en la perfección inherente a la bondad de Su naturaleza Divina.

El esquema entero de las existencias vivientes en los mundos del espacio, se centra en el propósito Divino de elevar todas las criaturas volitivas, al alto destino de compartir la perfección paradisíaca del Padre. Las limitaciones humanas, el mal potencial, no son parte de la naturaleza Divina, pero la experiencia mortal con el mal, y todas las relaciones del hombre con ello, son ciertamente una parte de la autorrealización en constante expansión que tiene Dios en los hijos del tiempo.

LA JUSTICIA Y LA RECTITUD

Dios es recto, por tanto justo. ” No He hecho sin causa todo lo existente”, dice el Señor. Las acciones y realizaciones de Sus criaturas, no pueden influir en la justicia del Padre Universal, porque no hay iniquidad en el Señor, nuestro Dios, ni favoritismo de personas ni aceptación de ofrendas. Cuan fútil es hacer apelaciones pueriles a Dios, para modificar Sus inmutables decretos de la manera que podamos evitar las consecuencias justas de las sabias Leyes de la naturaleza y Sus rectos mandatos espirituales.

No os engañéis, no es posible mofarse de Dios, porque lo que el hombre siembra eso es lo que recogerá. El mayor castigo de la maldad y la rebelión deliberada contra el gobierno de Dios, es la pérdida de la existencia como súbdito individual de ese gobierno. El resultado final del pecado a sabiendas y de forma continuada, es la aniquilación, porque esos individuos identificados con el pecado se destruyen a sí mismos al tornarse irreales por su identificación con la iniquidad.

Pero la desaparición de tales criaturas, siempre se posterga hasta que se hayan cumplido plenamente los requisitos vigentes de la justicia en ese Universo. La cesación de la existencia suele decretarse al final de una dispensación planetaria y se hace por acción coordinada de todos los tribunales, desde el Concilio Planetario, el Tribunal de Juicio de los Ancianos de los Días, pasando por el Hijo Creador.

Cuando esta sentencia se confirma, el ser identificado por el pecado instantáneamente se vuelve como si no hubiera sido. No hay ninguna resurrección de este destino, que es perdurable y sempiterno, y sus factores e identidad de la energía viviente, se resuelven mediante las transformaciones del tiempo y el espacio, en los potenciales cósmicos de los cuales emergieron, y la personalidad del inicuo, se la priva de un vehículo continuado de existencia vital, debido al fracaso de la criatura de hacer esas elecciones y decisiones finales que le habrían asegurado la vida eterna.

Cuando el abrazo continuado con la mente asociada, culmina con la identificación completa del ser con la iniquidad, entonces es el momento de la cesación de la vida, de la disolución cósmica y esa personalidad es absorbida en la Superalma de la Creación y nunca más aparece como personalidad individual.

El mal no diluido, el error completo, el pecado voluntario y la iniquidad sin mitigantes son intrínseca y automáticamente suicidas.

El gobierno de los Hijos Creadores en los Universos locales, es un Plan de Creación y espiritualización. Estos Hijos se dedican a la ejecución efectiva del Plan del Paraíso, que es la progresiva ascensión de los mortales, a la rehabilitación de los rebeldes y pensadores errados, pero cuando tales esfuerzos amorosos son final y definitivamente rechazados, el decreto final de disolución, lo ejecutan las fuerzas que actúan bajo la jurisdicción del Anciano de los Dias.


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