La
Regeneración
del Alma
El Alma, como intermediario, también llamado
“mediano plástico” entre el cuerpo y el Espíritu, es naturalmente doble, con
una parte inferior más afín al cuerpo y una parte superior más afín con el
Espíritu. El Alma, la psique en griego, es lo que llamamos el psiquismo, cuya
ciencia ha conocido un extraordinario desarrollo desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por
ella bañamos en el psiquismo colectivo de la humanidad, de la raza, y más
particularmente a la sociedad a la cual pertenecemos y de la cual recibimos en
permanencia impulsos y estímulos que nos incitan a actuar de cierto modo.
Nuestra Alma contiene un montón de cosas, la mayor parte de ellas, generalmente
ocultas, aunque a veces el velo se rasga para unos, como por ejemplo una
revelación fortuita de encarnaciones anteriores. Es una incógnita para cada
uno, y uno de nuestros principales desafíos es el de ir al encuentro de nuestra
propia Alma, que es lo que también se ha llamado “la bajada a los infiernos”.
Sin
embargo, todos conocemos suficientemente nuestra propia Alma, para saber que
debemos someterla a unos procesos rigurosos de Regeneración con objeto de
purificarla, de traer en ella la
Luz; de hacer de ella el Santuario Sagrado donde recibir la Vida y con la Vida la Santa Trinidad.
Nuestra
Alma está habitada, invadida por lo que es corriente llamar “demonios
familiares”, los defectos y vicios adquiridos, pequeños o grandes, que nos
mantienen en esclavitud. Aquí, los consejos prácticos del proceso Iniciático
del Capítulo 4º de Juan, serán muy útiles, en particular el 4º y 5º párrafo.
Para establecer la lista de nuestros defectos pequeños y grandes, se recomienda
pasar revista a los vicios opuestos a las grandes virtudes, que confieren los 7
Dones del Espíritu Santo:
Ø    
Al Don
de temor de Dios, la soberbia, la vanidad y la jactancia.
Ø    
Al Don
de Fortaleza, la flojedad, la inconstancia, el amor al confort, al lujo, la
debilidad ante las tentaciones mundanas.
Ø    
Al Don
de Piedad, la dureza del corazón que nace del amor desordenado a nosotros
mismos, que atañe particularmente a los poderosos de este mundo, a los ricos
avaros, a  las personas sensuales, a los
científicos enamorados de su ciencia.
Ø    
Al Don
del Consejo, la precipitación, la temeridad y también la lentitud excesiva.
Ø    
Al Don
de la Ciencia,
la ignorancia, la debilidad mental, el aferramiento a los propios errores, la
vana presunción.
Ø    
Al Don
del Entendimiento, la ceguera espiritual y el embotamiento del sentido
espiritual. La primera está producida por la lujuria, es decir, fuerte
aplicación a lo carnal) y la segunda por la gula.
Ø    
Al Don
de la Sabiduría,
la apatía o necedad espiritual, la falta de fe, a lo que contribuyen la lujuria
y también la ira.
Por dos veces se llama nuestra atención sobre
la lujuria, tan favorecida y propagada en la sociedad actual, porque la lujuria
es el obstáculo principal a la pureza, y que para alcanzar lo espiritual, la
castidad es necesaria.
  
La
castidad, es sobre todo  un estado de
pureza del alma, impermeable a todo lo que es obsceno, libidinoso, lúbrico.
Tenemos que enseñar a nuestros hermanos las reglas de la castidad: No basta con
alejarse de la fornicación, hace falta también mantener bajo control en todo
momento nuestros instintos, nuestros deseos impulsivos, nuestros sentimientos,
nuestra imaginación y hasta nuestro pensamiento, pues todos ellos nos cubren de
lujuria. La violación por imaginación y pensamiento, es tan grave como el acto
mismo, deja en el Alma la misma secuela lúbrica Y nosotros necesitamos ser
limpios, puros, luminosos, justos, santos y os hablaré más delante de la
santidad, para conseguir nuestra meta que es la Regeneración, primer
paso hacia la transmutación.

(continuará)

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