LOS
DESTROZOS PERSONALES

Es
imposible tomar conciencia también, de los efectos devastadores, que por
ignorancia o indolencia, el mismo hombre provoca en su propia vida, para
poderles corregir en lo que le afecta. No trato de establecer una lista
exhaustiva, sino de dar una simple orientación, utilizando el esquema
tradicional: Cuerpo-Alma-Espíritu.

Ø     El nivel biofísico. En general, hemos recibido
un “caballo” en buen estado, pero lo hemos maltratado bastante y quizás nos
encontramos con un animal deficiente en varios aspectos. Causas principales de
estas deficiencias son en general:

                                                           
I.     
Una alimentación antinatural y desequilibrada,
que debilita todo nuestro organismo y es la causa principal de la mayor parte
de nuestras enfermedades.
                                                        
II.     
Una falta notoria de ejercicios respiratorios
y musculares, debida a las condiciones de la vida moderna.
                                                    
III.     
La absorción de productos tóxicos o venenos,
como pueden ser la drogas, medicamentos en exceso y muchas veces automedicados,
tabaco, alcohol, excitantes como el café en grado excesivo, que luego conlleva
tener que tomar tranquilizantes, por falta de sueño, de un horario reglado para
las comidas y el descanso, vicios modernos o antiguos, etc.

El
Caballero o la Amazona Blanca,
necesitan un buen “caballo” para dar la 
batalla, para resistir al enemigo y atacarle. ¿No sabéis que el cuerpo es
el Templo del Espíritu, el nuevo Templo?, y por consiguiente, es SAGRADO, y no
se le debe profanar ni por dentro ni por fuera. Si vuestro Cuerpo no está
mantenido en estado de salud y pureza, vuestra Alma tampoco o difícilmente lo
será, y vuestro Espíritu humano, o encontrará fácilmente apertura hacia lo
Divino, porque el Espíritu está conectado al Alma y ésta está conectada al
Cuerpo, y se producen interreacciones constantes entre ellos.

Ø     En el plano anímico. Asistimos impotentes a la
descomposición moral de la sociedad humana, no hay más reglas, principios o
tradición que valgan. Todo o casi todo es admitido o permitido, y asistimos a
la perversión y depravación oficializadas.
Ø     Solo recordar brevemente lo que es más
contrario a los tres votos Templarios, siempre en vigor, aunque más en el
Espíritu que en la letra:
                                                           
I.     
La castidad no es obligación de continencia, sin
embargo, existen ciertas reglas que el erotismo, la pornografía y la lujuria
contradicen. El adulterio o la violación por pensamiento o sentimiento,
revisten siempre la misma gravedad y ensucian el Alma en un grado increíble.
Igual en lo que concierne a las lecturas, espectáculos, imágenes o emisiones
impuras.
                                                        
II.     
La
pureza del Alma ha exigido siempre y siempre exigirá, una disciplina en la
conducta sexual, porque existe una relación biológica, anímica y espiritual
entre lo de abajo y lo de arriba. Sin pureza no es posible una vida espiritual.
                                                    
III.     
La
pobreza, el espíritu de pobreza. En nuestro mundo de tinieblas, reina el dios
DINERO. Todo se vende y se compra, inclusive las más bellas 
conciencias. La consideración de
las gentes se basa en las riquezas, en los bienes materiales y el pobre es
considerado cuanto menos como un tonto y muchos epítetos a cada cual más
degradantes. Una publicidad verdaderamente diabólica, incita permanentemente a
la adquisición de bienes materiales y de los ilusorios placeres que procuran.
Las personas relativamente sanas que bajan la guardia, se encuentran entrenadas
en esta loca carrera, y dedican la mayor parte de sus energías en conseguir
dinero y poder, siempre más dinero y más poder, alejándose también siempre más, del sabio principio Cristico del total desapego de los bienes terrenales. “Nada
para nosotros, Señor”, divisa implacable que revela al auténtico Templario del
Espíritu, que no quiere nada para él, sino el servir para la gloria de Dios.
                  IV. La obediencia, la disciplina, la humildad. La
divisa satánica “Non Serviam” (no serviré), domina a la sociedad actual. Todos
luchan para alcanzar el poder, independencia y autonomía, caiga quien caiga. El
demonio del orgullo, enciende los espíritus humanos; la diosa “libertad”, reina
en los corazones. En todas partes se proclaman los Derechos Humanos y los
deberes, han sido anulados. Individualismo, anarquía, la ley de la selva,
violencia, guerras y luchas por todas partes, disimuladas a veces con nombres
indescifrables para el hombre común, que no para los gobernantes o políticos de
turno de cualquier signo o tendencia política.“Deposuit potentes de sede, et
exaltavit humiles”: Dios arrancó a los potentes de su sitio y elevó a los
humildes. (Magníficat).

(continuará)

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