Eunate
¿Están construidas estas iglesias por los Caballeros del Temple?.

El simple hecho de que surjan estos interrogantes, ya es indicio de que la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río, situada en el Camino de Santiago, está relacionada de alguna manera con la Orden del Temple. Esta preciosa capilla, uno de los templos más singulares y enigmáticos del románico europeo, emana una fascinación especial y envuelve al visitante con el denso misterio de sus historias y leyendas que la rodean.

Los aspectos del enigmático edificio que más atraen, son tres: La peculiar planta de forma octogonal, las funciones que desarrollaba la construcción y la identidad de sus constructores y dueños. En la península Ibérica,  contamos con muy pocas iglesias cuya planta no refleja la clásica cruz latina. Dos de ellas, ambas octogonales, se encuentran en la ruta Jacobea de Navarra, y la otra, iglesia de la Vera Cruz en Segovia, también con planta octogonal y relacionada con las dos primeras. Nada se debe al azar, la figura especial de estos templos y sus elementos arquitectónicos, no son fruto de un mero capricho estético, sino la respuesta a unas exigencias precisas.

                                                 Torres del Río
La iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río, que parece ser es la más antigua de las tres, presenta unas dimensiones bastante reducidas y la sensación que transmite, no es la de una parroquia destinada a reunir una comunidad de fieles, sino de un lugar para unos pocos elegidos y de una capilla donde celebrar ceremonias muy reducidas, íntimas o secretas, austeras y solemnes a la vez. La cúpula mudéjar, tan parecida a la del mirhab de la mezquita de Córdoba, proporciona una fuerte sensación de elevación hacia lo Divino, típica de las construcciones góticas y muy raras en la arquitectura románica. Incluso como caja acústica, consigue transmitir unos efectos sonoros inesperados en un espacio tan ceñido.


Pero, ¿quién participaba en estas ceremonias oficiadas en la capilla octogonal?, ¿cuál era su finalidad?, ¿cómo se desarrollaban? y sobre todo, ¿por qué en este templo tan especial?. Las piedras hablan a quienes saben escucharlas con respeto, y a través de ellas, los maestros canteros que las labraron les transmiten sus secretos. La nota más distintiva, la primera clave que recibimos, estriba en el simbolismo del número ocho, aquí doblemente acentuado, no sólo por el octógono que constituye la planta, más bien recalcado en el diseño, formado por el ábside y la torre, que encontramos diametralmente opuestos en el eje Este-Oeste, que dan origen, si observamos desde arriba, a un ocho tumbado, cuyo punto central coincide con el centro de la iglesia. En efecto, este ocho tumbado, símbolo matemático del infinito, resalta el concepto de continuidad de la vida, del devenir cíclico y del sentido de la palingénesis como superación de la muerte. El tema central de la construcción, el mensaje más importante que el templo transmite, es la concepción de la muerte como puerta entre dos realidades: La muerte, interpretada en su sentido más sublime, como punto de inicio y fin al mismo tiempo, síntesis del Alfa y el Omega.

(continuará)

Orden del Temple+++