Autor: Hno. E.M.+
Entendida la humildad como una virtud que resulta del reconocimiento de nuestras limitaciones, de nuestra bajeza, como la sumisión y el rendimiento voluntario… es indudablemente excelsa por naturaleza, en tanto que por sus cualidades, puede ser relegada, en razón de la circunstancia social en que se desarrolla, así por ejemplo, la injusticia engendra el sentimiento y búsqueda de justicia, que elevará esta virtud a una categoría distinta que la prioriza, de esta forma estimando la humildad, se prefiere a la justicia.
Pienso, que analizada la humildad de esta manera: ya sea como un acto, o como un aspecto de desarrollo del hombre (en el cual perviven y se vinculan otras cualidades en relación constante al medio en que se desenvuelve), permite la comprensión amplia de esta virtud ejercida en la dinámica histórico social. Por otro lado, a nivel individual, hay en la humildad … diría, una disposición apacible, natural y constante, una actitud de reconocimiento de la propia limitación frente a los otros, frente a la naturaleza, a la vida … frente al universo.
Acercándose al conocimiento de esta virtud y de las otras en general, es posible acercarnos al conocimiento de nuestra “propia alma” … como un eje.
Es pues la humildad, una virtud y un valor preciado que en nuestra época (conmovida por el hombre, la guerra y la injusticia) … cobra un matiz especial que, conjugada al amor y catalizada por el ansia de justicia… vitaliza el espíritu y la conciencia de hombres auténticos, a través de los cuales, los pueblos claman y emplazan a gobiernos y sistemas que conculcan la libertad, la injusticia y posibilidades de vivir en paz y armonía.
Deseo agregar, sin embargo, mi vivencia, de que la humildad no siempre conlleva justicia y amor, y la justicia no siempre las otras; en cambio el Amor, no sólo las integra sino que las trasciende.
Non Nobis
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