Quiero recrear mi alma y bañar mi espíritu en gozo y en luz, pasando por la gracia, al hacerme participante de la naturaleza de Dios, me hace hijo de Dios y al hacerme Su hijo, me hace heredero del Cielo, me envuelve y empapa en recuerdo de las futuras e interminables luces, armonías, bellezas y regalos del Cielo y llena mi entendimiento de sabiduría y pensamientos de ángeles y efectos de la esperada felicidad.

 

La gracia pone en mi alma esperanza sobrenatural y con ella aspiraciones de vida eterna, de felicidad gloriosa, de dicha natural en Dios. Quiero sumergir mis potencias y hasta mi imaginación, en la luz y el goce inefable de la esperanza de la felicidad, presentando a mi entendimiento esta luminosa verdad: “Por la gracia recibe mi alma la semejanza a Dios. La gracia infundida en mi alma hasta lo mas íntimo de la voluntad y la razón, enbebida por la virtud, le dará ser de Dios y la transformará”.

Quiero deleitarme pensando cómo Dios pone la gracia en lo íntimo de mi alma, en su esencia misma, y viendo que esta gracia es un ser creado, pero Divino, es un ser alto y nobilísimo, por ser participación del mismo Dios. La gracia es un ser real y también una participación real de Dios; es existencia verdadera de la misma naturaleza de Dios en mi alma y produce y pone en mí, el ser nuevo, sobrenatural, superior, sin comparación a todo lo natural y me hace hijo de Dios, heredero de Su Deidad por participación y comunicación.
Esta verdad cristiana es de la más delicadas y regaladas y pone en el espíritu las más halagüeñas y radiantes ilusiones, que un día podrán llegar a ser una total realidad. Es un Sol que ilumina y embellece el futuro del hombre con diafanidad y esperanza de Cielo. Al recibir el alma la gracia, recibe algo que no tenía antes, y engendra en ella una nueva existencia, un nuevo ser sobrenatural. Lo sobrenatural ni se hereda ni se transmite, lo da solamente el Ser sobrenatural, que es Dios, por eso Cristo dijo: “Sois dioses”.
Este nuevo ser del alma, no es corporal ni material, sino puramente espiritual. No puede ser producido por el alma ni nace de ella, y es muy superior a ella. No está en la mano del hombre sino de Dios, que es quien produce este ser sobrenatural en el alma, amándola con especial amor. El amor de Dios en el alma, es un ser real, no material, sino espiritual.

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